La repetición del juicio por el conocido como crimen de los tirantes vivió este miércoles una de las sesiones más relevantes en relación a dirimir la presunta responsabilidad penal del acusado Rodrigo Lanza en la muerte de Víctor Laínez. Declararon los cinco jóvenes que estaban en el interior del bar El Tocadiscos y que con sus propios ojos vieron una agresión que calificaron de «brutal» y «con saña». Ninguno de ellos conocía a la víctima ni tampoco al procesado.

Todos estos muchachos, que prefirieron declarar detrás de un biombo para evitar que Rodrigo Lanza les pudiera identificar, resaltaron, además, que ninguno de ellos vio la navaja que Lanza y su amigo dijeron ver y que motivó una defensa propia que acabó el resultado de muerte. «Ni la llevaba en las manos, ni la vimos en el suelo», destacaron varios de ellos en alusión a las preguntas de la fiscala Ana Cabezas, quien sacó a colación que el procesado declaró el día anterior que vio algo brillante debajo de una banqueta.

De los cinco, uno de ellos fue el más descriptivo por la posición que ocupaba aquella noche en el interior del establecimiento hostelero situado en el barrio de La Magdalena. «Nosotros vimos que se iban y en un momento dado estaba Víctor volviendo al baño y le golpeó por detrás cayendo al suelo. Él siguió pegándole continuamente en la cabeza patadas y puñetazos», recordó.

«Eran sobre todo puñetazos en la cara que se la desfiguró, le dio una patada final y se fue», resaltó a preguntas del abogado de la acusación Enrique Trebolle, quien acabó añadiendo que el símil más cercano era un balón de fútbol. De hecho, resaltó que se estaba desangrando y que le salía «como una gelatina» de la cabeza.

Sus dos amigos y el novio de este chico reconocieron que ellos solo vieron o recuerdan, puesto que varios de ellos incidieron en que han tratado de olvidar la agresión porque «les quita el sueño», el ensañamiento en el suelo. El quinto testigo dio dos detalles que hasta la fecha no había dado: que vio el golpe en la espalda de Laínez y que tras la paliza Lanza se marchó corriendo poniéndose una capucha. Estas afirmaciones provocaron la confrontación con el abogado de la defensa, Endika Zulueta, quien recibió como respuesta que «lo dijo en la Policía, si no lo escribieron cosa suya no era».

Ideología

Todos aseveraron que inmediatamente intuyeron desde el inicio que era un caso ideológico por la estética de Lanza y porque vieron los tirantes con la bandera española a Laínez. Fue cuando ya estaba tumbado en el suelo, si bien comentaron varios de ellos que no iban a estar fijándose en cada detalle de las personas que esa noche del 8 de diciembre del 2017 estaban dentro del bar.

Zulueta preguntó a los testigos por si alguna persona ajena a la escena se acercó al lugar, ya que dejó entrever en que alguien pudo llevarse el arma blanca que había en el suelo. Estos chicos aseguraron que llegaron dos personas:una amiga y un amigo de Laínez, si bien aseguraron que no llegaron ni a acercarse puesto que ya estaban los sanitarios y la Policía Nacional. Este jueves continúa el juicio con los forenses.

De un homicidio imprudente a un asesinato, el error de su abogada

La defensa citó como testigo a la abogada de Lanza en el momento en el que fue detenido para dejar claro que iba a presentarse en comisaría. Ella lo aseguró.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de la Fiscalía y a los abogados de la acusación, José Luis Melguizo y Enrique Trebolle, fue el momento en el que esta letrada señaló que el caso se investigó primero como lesiones graves y que, tras la muerte de Laínez, la Policía le leyó los derechos al arrestado por un delito de «homicidio imprudente».

Una afirmación que les escandalizó y que derivó en la lectura del atestado original comprobando que en él ponía asesinato. «No he venido a confundir al jurado, era lo que llevaba en la cabeza», espetó ella.