«Lo achaco al estrés y al cúmulo de problemas que tenía con la empresa. No encuentro otra explicación». Así justificó el exvigilante jurado Iván Pardo Pena las terribles torturas que infligió durante horas a su sobrina Naiara, de 8 años, en Sabiñánigo y que acabaron con la vida de esta pequeña el 7 de julio del 2017. Fue en el juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia Provincial de Huesca y en el que se dirime no solo la responsabilidad del asesino confeso, sino también del padrastro Carlos Pardo Pena y de la abuelastra de la menor Nieves Pena Corbelle por, supuestamente, estar al tanto del terror que sufrió la víctima.

A lo largo de la vista oral, Pardo se mostró visiblemente emocionado y solo contestó a preguntas de los abogados de las defensas, María Gabasa y José Luis Vivas. «Se me cayó el mundo cuando me enteré que se había muerto», aseguró ante los miembros del tribunal popular que podría realizar un veredicto de culpabilidad que lleve al magistrado presidente, Santiago Serena, a imponer una condena de prisión permanente revisable. Es la primera vez en Aragón que un acusado afronta esta pena máxima y que es solicitada por la fiscala María Ángel Hernández y de los abogados de la acusación, Luis Marín y Marcos García Montes

Iván Pardo relató que Naiara fue a pasar unos días a su casa porque en el piso de su hermano iban a realizar unas reformas y porque su prima mayor la iba a ayudar con los estudios ya que Mariela, su madre, estaba trabajando interna en un hotel de Bielsa. En esa vivienda había otras dos menores a las que el encausado, tal y como reconoció, les supervisaba los estudios de sus dos sobrinas, a las que imponía «castigos» como no dejarles ver el ordenador, la televisión o el móvil, pero que «no solían ser físicos». Un papel que ejerció también con Naiara, aunque, a la vista de los acontecimientos con mayor brutalidad. «Era muy inteligente, pero le costaba estar atenta, estaba pendiente de sus resultados al igual que con mis otras dos sobrinas», afirmó.

«Le decía que había que estudiar para conseguir al día de mañana trabajo y ella aun dijo que quería ser guardia civil, a lo que le dije yo que tenía que estudiar. Entonces cambió y dijo que quería ser barrendera y nos reímos todos. Le dije que para eso también había que estudiar, que tenía que saberte las calles y pasar un examen», recordó el principal encausado.

Llegó el 6 de julio y durante el día Naiara no quiso hacer los deberes. Antes de irse a trabajar decidió «castigarla con no dormir hasta que no los terminase». Dejó vigilando a otra de sus sobrinas. «Al volver y ver que no había hecho los deberes, entonces ya salté», aseveró.

«Cuando noté que ya no se movía fue cuando reaccioné. Le di un par de bofetadas a ver si se recuperaba y luego la llevé al baño y le puse un tapón de amoniaco en la nariz para ver si despertaba y le mojé la cabeza», describió este hombre, quien aseguró que buscó en internet cómo poder reanimar a una persona.

«Estoy muy arrepentido de lo ocurrido, no premedité su muerte y ya le he pedido perdón a la madre de Naiara por lo ocurrido a través de una carta, y también a la niña, todos los días», afirmó antes de exculpar a su hermano y padrastro de la menor y a la abuelastra. «El único responsable soy yo», reiteró Iván Pardo Pena.

La Fiscalía y las acusaciones mantuvieron que Iván Pardo le propinó a Naiara puñetazos y patadas, la ató de manos y pies con esposas, la obligó a permanecer de rodillas sobre piedras, le dio descargas eléctricas con una raqueta de matar moscas modificada, le metió un calcetín en la boca, le golpeó con la hebilla de un cinturón y le obligó a beber amoniaco para que no se desvaneciera.

Los otros dos acusados

La abuelastra, por su parte, mantuvo que desconocía las agresiones. Relató que ella estaba trabajando cuando una de las primas de Naiara, su nieta, le llamó para decirle que la niña se había caído y fue su jefe el que la llevó a casa, a la que llegó cuando los servicios sanitarios ya se llevaban a la víctima. Incidió en que tampoco vio golpes o lesiones en el cuerpo de la niña y que ella «estaba bien, no estaba triste».

El padrastro de Naiara quiso destacar que la niña le llamaba «papá» al tiempo que ha arremetido contra el padre biológico, Manuel Briones, de quien ha asegurado no se ocupaba de ella desde hacía mucho tiempo, ni le mandaba dinero. De hecho, le pidió cambiar el apellido y asumir el del hoy acusado.

Este hombre recalcó que vio a la niña de 8 años «siempre contenta» y no le observó ni señales ni heridas. No obstante, admitió que le enviaron una foto de Naiara de rodillas y con orejas de burro, pero lo interpretó como una «broma pesada» y no le dio importancia.

Ambos afrontan una pena de 3 años de prisión a cada uno por sendos delitos de malos tratos que solicita el ministerio público. Más duro es la petición del abogado del padre biológico de la menor que pide 18 años de cárcel por un delito de asesinato por omisión. El juicio continuará este jueves con las declaraciones de las primas, de su madre y su padre, así como compañeros de trabajo de Pardo.