Teruel acogerá en el futuro un taller de trenes, una inversión anunciada a bombo y platillo por el Gobierno de la nación y que esta semana el mismo ministro de Transportes, José Luis Ábalos, avalará con su presencia en la ciudad. La instalación, que generará puestos de trabajo, es un semáforo en verde en el futuro ferroviario en Aragón, donde, si se exceptúa el AVE, la comunidad se queja de ser el «cementerio donde Renfe manda sus trenes a morir», y a la que ahora también los traerán a reparar. O a intentar resucitar.

Montar un taller ferroviario, al margen de la inversión pública y la creación de empleo en la zona, siempre es de agradecer y más en estos momentos, lo que hace temer es que, teniendo Aragón tan cerca, pocos trenes que no sean reformados llegarán a sus líneas regionales. Total, ya los traen de otras comunidades, convoyes fabricados en los 70 y 80, con cientos de miles de kilómetros a sus espaldas y bajos estándares de seguridad y confort.

«No tiene nada de extraño lo que pasa en la línea de Zaragoza a Teruel, pues todo ha ido para el AVE en Aragón», lamenta Francisco Gómez Palos, de la Plataforma en Defensa del Ferrocarril. El problema, apunta, es el material rodante, no la infraestructura, dado que Adif lleva años mejorando las vías, hasta el punto, asegura Gómez Palos, de que, «si los trenes fueran modernos, podrían acercarse a los 200 kilómetros por hora en algunos tramos, entre Zaragoza y Teruel». Además, agrega, la línea está vallada y se suprimieron todos los pasos a nivel, lo que facilita alcanzar y mantener una velocidad acorde con el siglo XXI.

Mucho por hacer todavía

Claro que aún quedan cosas por hacer en materia de carriles. Entre Caminreal y Ferreruela y entre Villanueva de Huerva y Cariñena siguen puestas las antiguas vías, muy deterioradas. Pero el escollo principal está en los vehículos que circulan sobre ellas, o al menos lo intentan, pues desde el 14 de agosto pasado ha habido cinco averías que han obligado a dejar el convoy abandonado en medio de las vías y a continuar el viaje en taxi o autobús. «Lo ideal para esta línea es que se sustituyan los trenes viejos por otros nuevos o más recientes», subraya el responsable de Plataforma en Defensa del Ferrocarril.

Hay planes aprobados para ir electrificando el trayecto, que forma parte del corredor Cantábrico-Mediterráneo. Pero se trata de un plan tan ambicioso que muchos ven que tardará años en materializarse y quieren mejoras tangibles que se puedan poner en marcha desde ahora mismo. El resultado es una extraña situación. Renfe y Adif apuestan por un futuro tan brillante para la línea, que en Teruel temen que las cosas sigan mal durante mucho tiempo en una infraestructura férrea olvidada que atraviesa de norte a sur una provincia muy despoblada.

De hecho, los tiros van por ahí. «Se barajan modelos de trenes que no son tan antiguos, del año 2007, por ejemplo, y que se irán incorporando paulatinamente», explica Gómez Palos, que indica que los convoyes prometidos a Teruel están de momento en un taller de Lérida.

Renfe, por su parte, atribuye las averías continuas a fallos «puntuales» y hace hincapié en que desarrolla una constante tarea de mantenimiento. Ese argumento, no obstante, lo presenta junto a otro, dicho con medias palabras, y que viene a resumirse en que hay tan poca demanda que no merece la pena incurrir en grandes inversiones para poner al día el material rodante. Por lo que, se deduce, todo serán soluciones provisionales, o sea, ñapas. «Eso es un círculo vicioso», denuncia el representante de la Plataforma en Defensa del Ferrocarril. «En resumen, no se mejoran los trenes porque no hay apenas pasajeros y no hay apenas pasajeros porque los trenes son malos", dice.

LA TRISTE REALIDAD DEL 'TAMAGOCHI'

CINCO INCIDENTES EN SOLO 25 DÍAS

14 DE AGOSTO. El tamagotchi sufre una avería, la primera de una larga cadena, y los pasajeros se ven obligados a bajar del convoy y tomar el medio alternativo ofrecido por Renfe.

31 DE AGOSTO. Se vuelve a repetir el mismo problema en un punto intermedio de la línea entre Teruel y Zaragoza, de 170 kilómetros. Como la primera vez, se trata de que uno de los dos motores del convoy se estropea y no se puede continuar, pues el segundo impulsor no tiene suficiente potencia para acometer las cuestas.

1 DE SEPTIEMBRE. En el trayecto de Zaragoza a Teruel, el tren empieza a funcionar mal y en la estación de Cariñena los viajeros se apean y toman taxis, costeados por Renfe, que los llevan a su lugar de destino.

3 DE SEPTIEMBRE. Vuelve a producirse la misma avería y asimismo los usuarios se quedan colgados en la estación de Cariñena, en la que esperan la llegada de vehículos que los trasladan hasta el final de trayecto.

8 DE SEPTIEMBRE. Un tamagotchi se niega a arrancar en la estación de Teruel y la causa es mecánica: el fallo de uno de los dos motores. El maquinista sabe que así no puede llegar a Zaragoza, por lo que los viajeros hacen transbordo a un autobús que los va llevando a los lugares para los que tenían billete. Pese a este sistema, los viajeros, solo ocho, llegan a destino con casi una hora de retraso