La crisis del coronavirus ha frenado en seco la compraventa de viviendas en todo el país. Y lo peor es que muchos de los que tenían en mente adquirir un piso podrían posponer su decisión de compra por la incertidumbre generada por la pandemia o sus efectos en el mercado laboral. Por supuesto, el sector da por perdidos marzo y abril y alerta de que este primer semestre será el peor desde el 2009 o el 2010. En Aragón, los expertos estiman una caída anual de entre el 15% y el 20%, pero subrayan que esta crisis «temporal» no tendrá nada que ver con la iniciada en el 2008.

«El parón está siendo absoluto, las inmobiliarias no pueden enseñar sus pisos y la gente está encerrada en casa, así que el efecto inmediato será un descenso directo de en torno al 15%», subraya Luis Alberto Fabra, director del Grupo de Análisis del Mercado Inmobiliario de la Universidad de Zaragoza y del portal MiAragon.es. El experto recuerda que en los últimos años se venden cada mes en la comunidad unas 1.150 viviendas, por lo que el golpe será «importante». No obstante, apunta que a medio plazo todo dependerá del impacto de la crisis sanitaria en el mercado de trabajo.

En este mismo sentido se manifiesta el presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) de Aragón, Fernando Baena, que da «totalmente por perdido marzo y como mínimo dos meses más». «De todos modos no creo que haya que dramatizar porque no estamos para nada en el mismo escenario que en el 2008», añade.

La irrupción de la crisis del coronavirus ha caído como un jarro de agua fría en el sector. Sobre todo teniendo en cuenta que el mercado había empezado bien en la comunidad: en enero se vendieron 1.300 pisos, el mejor mes desde julio del 2019. «El año pasado también fue bueno y Aragón anotó una tímida subida respecto al 2018, a diferencia de lo que ocurrió en España», comenta Fabra.

Ahora todo eso se ha truncado y el mercado inmobiliario afronta un futuro incierto. «Todo parece indicar que el paro subirá notablemente, así que el grado de recuperación será lento», asegura Fabra. No obstante, Baena apunta que todo dependerá de cómo afecta la pandemia a la confianza del consumidor y de cuánto tiempo tarda la ciudadanía en olvidar la crisis: «Quién sabe, tal y como va a estar la bolsa y la renta fija la gente igual apuesta por invertir en vivienda». A este respecto, el responsable de la inmobiliaria oscense Pirineos Casa, Javier Caudillo, está convencido de que los pisos se van a convertir «más que nunca en un valor refugio».

Lo que tienen claro estos expertos es que el impacto de la pandemia no será ni parecido al de la crisis financiera del 2008. «Hay voces que las comparan, pero no creo que estemos en ese escenario, además ahora los bancos tienen las puertas abiertas y quieren conceder hipotecas y eso es muy importante», indica Caudillo, que añade que tras el fin del estado de alarma se formalizarán las operaciones que se han quedado en suspenso.

Las consultoras inmobiliarias nacionales aseguran que el frenazo en la demanda de pisos afectará directamente a los precios, provocando una intensa bajada aunque sea temporal. En Aragón, los expertos reconocen que el impacto se dejará notar, pero consideran que no será muy intenso. «Los precios se corregirán a la baja, pero no de forma significativa. Igual simplemente deja de encarecerse o como mucho se producirán caídas del 1% o del 2%», explica Fabra. Y en este mismo sentido se manifiesta Baena, que como mucho estima un leve descenso o un «estancamiento» de los precios.

La evolución de la obra nueva

Además de en el sector residencial, la crisis del coronavirus también va a golpear con fuerza a los alquileres comerciales, incluso con más intensidad. «Este año va a ser muy complicado en este ámbito; será difícil realizar arrendamientos y los precios irán a la baja», concluye el presidente de los Apis aragoneses. En Zaragoza hay unas 25 promociones en marcha y unos 900 empleados trabajando en ellas.

Hasta el cambio de decisión del Gobierno de España a partir del lunes, las constructoras cerraron los vestuarios y los comedores comunes se han cerrado y en los aseos se mantiene la distancia de seguridad. Todo para evitar contagios.

Además de la compraventa, el estado de alarma también podría ralentizar la construcción de nuevas viviendas debido, entre otras cosas, a la parálisis en la tramitación burocrática. No obstante, la cifra de visados ya comenzó a caer el año pasado como consecuencia de la desaceleración. En Aragón, se solicitaron 2.228 visados de obra nueva en el 2019, frente a los 2.769 del 2018. Los sindicatos y la patronal de Zaragoza abogaban por no detener la actividad, si bien ayer el presidente del Gobierno decidió lo contrario.