La casa donde ocurrió el crimen, de dos pisos, pertenece a la familia del comandante Jarque, un oficial de Sanidad, ya fallecido, según explicó un vecino, Gregorio, que aseguró que les conocía "de toda la vida". Pero al parecer ninguno de los hijos del militar vive ya en Zaragoza, por lo que nadie estaba al tanto de la casa. Hace un par de años varios indigentes ocuparon la vivienda, aunque los consultados no sabían cuánto tiempo llevaban el presunto agresor y la víctima residiendo allí, porque "cambiaban mucho". Pese a que aseguraron que los residentes discutían a menudo, los vecinos no habían denunciado la ocupación de la vivienda ni las peleas, que mantenían entre ellos sin verse implicados otros vecinos del barrio de Casablanca.