Los centros de salud aragoneses empiezan a sentirse desbordados como consecuencia de la mejoría en la evolución de la pandemia y el consiguiente y paulatino regreso de los pacientes. La situación en la Atención Primaria todavía está lejos de la normalidad. Convertidos en el centro neurálgico del sistema sanitario, la acumulación de faena ya es un hecho en un sector que, a su tarea habitual de consultas y atención sanitaria se une ahora la detección precoz y el seguimiento y aislamiento de nuevos contagios por covid-19.

La implacable irrupción del coronavirus dejó a los pacientes en casa. Los centros sanitarios suspendieron cualquier actividad no urgente y solo lo estrictamente necesario se atendía de forma presencial. Ahora, la situación ha mejorado y, por ello, los médicos de Atención Primaria han comenzado ya a atender a los enfermos crónicos, aunque manteniendo ese filtro telefónico. «La gente ha estado mucho tiempo sin acudir a consulta si no era estrictamente importante y ahora ya se están retomando en casos de patologías crónicas, pero las consultas presenciales son siempre autorizadas por el médico de familia, que es quien decide si el paciente ha de venir al centro o no», indica un médico de familia aragonés, que atiende ya a alrededor de medio centenar de pacientes al día.

Pero a esa acumulación de atenciones pendientes se añaden las urgencias, la realización de pruebas PCR y el posterior seguimiento y, además, la llegada de pacientes que, o bien no pudieron ser localizados por teléfono y acuden al centro o, según denuncian desde algunos centros, personas sin cita previa cuya asistencia no es urgente. «Cada día, a primera hora de la mañana, hay una invasión de gente en la puerta. Estamos hasta arriba y a punto de plantarnos. La gente quiere venir como hacia antes pero la situación no es la misma», indica otro médico de familia, que reclama que no se acuda al centro de salud si no se tiene cita previa o no se trata de una urgencia real. «Para cualquier consulta en el ambulatorio hay que esperar a que le llamen desde el centro y ahora estamos priorizando a los crónicos realizando consultas conjuntas entre médicos y enfermería para evitar desplazamientos», explica.

Por si fuera poco, las alergias han irrumpido con fuerza en las abarrotadas consultas. «La impresión general es que los pacientes están sufriendo síntomas bastante intensos y los niveles de pólenes de gramíneas están siendo superiores a los normales», confirma Carlos Colás, jefe de Alergología del hospital Clínico de Zaragoza. Y, con ello, el asma. «En estas circunstancias se suele dar el fenómeno de que un buen número de pacientes desarrollen crisis de asma, incluso aquellos que no la habían tenido en temporadas anteriores. No obstante, hasta el 40% de los pacientes que se quejan principalmente de síntomas de rinitis, si se les pregunta con más detalle, admiten tener síntomas de asma. Estos casos suelen pasar desapercibidos cuando los niveles de polen son bajos, pero suelen aflorar cuando son más altos, como sucede este año».

Al menos, el covid-19 está dando un respiro. El negativo es la tónica general en los PCR realizados en los centros de salud. Hay cada vez menos casos y de menor gravedad, aunque los profesionales no apagan la luz de alarma. «Hay casos aunque aislados. Pero tenemos la capacidad para hacer PCR y un seguimiento estrecho de contactos y eso garantiza que no se vaya la situación de las manos en caso de repunte importante», exponen desde un centro de Atención Primaria. «Los casos no son tan graves como hace semanas, pero sigue habiendo ingresos. Se hacen más pruebas y aumentan los diagnósticos, pero no nos consta que el virus haya perdido virulencia», añade.