Un año más tarde del nacimiento de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, la Comunidad Económica Europea (CEE) reconoció a la agricultura ecológica como un método de producción alternativo a la convencional. Fue con la publicación de un reglamento en 1991, que se modificaría en el 2007 y el 2008, y que servía para armonizar todas las normas de producción, elaboración, etiquetado y control.

Cuatro años después de que saliera a la luz el primer reglamento, en 1995, se creó en Aragón el Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE), resultado de las transferencia de las competencias del Consejo Regulador creado en España en 1989.

Los años siguientes fueron claves para dar forma y expandir la agricultura ecológica en la comunidad; porque tener en la mesa hoy en día productos ecológicos no es más que el resultado de lo que se reguló en aquellos años 90, en los que se estableció un régimen de ayudas y una serie de medidas medioambientales.

El proceso de la certificación de las explotaciones agropecuarias requiere cierto tiempo durante el cual se debe ir adecuando el sistema de manejo a los requerimientos de la agricultura ecológica. Este tiempo, llamado reconversión, varía en función del cultivo. Desde que un agricultor se inscribe en el registro de ecológicos hasta que puede vender pasan 3 años en el caso de los cultivos leñosos y dos en el de los herbáceos. El periodo máximo de certificación de parcelas por parte del comité es de tres meses.

Los reglamentos también recogen la obligación de someter a los agricultores, importadores y transformadores que deseen comercializar productos de ecológicos, a un régimen de control para garantizar que respetan las normas de producción y no utilizan técnicas incompatibles con la modalidad, como son, por ejemplo, fertilizar la tierra con abonos químicos o tratar los productos con pesticidas. «La agricultura ecológica deberá mejorar o mantener la estructura de la tierra», explica Antonio Artal, presidente del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica.

Según los reglamentos comunitarios, los alimentos ecológicos se identifican en los mercados porque llevan una etiqueta que se concede cuando han superado los controles establecidos. Si no la llevan, aunque la publicidad diga que son ecológicos, no se pueden considerar como tales porque carecen del certificado de garantía.

«Desde el comité experimentamos un incremento de la producción ecológica desde el 2006 pero luego se notó un gran bajón debido a que las ayudas disminuyeron mucho y la poca diferencia de precio entre la agricultura convencional y la ecológica. Ahora tenemos más operadores que nunca, más agricultores y más ganaderos, pero tenemos menos hectáreas que antes», cuenta Artal.

Según los datos del Ministerio de Agricultura, en 1995, la superficie destinada a la producción ecológica en Aragón era de 5.402 hectáreas, mientras que en el 2018 ascendían a más de 60.000. En cuanto al número de operadores se ha producido también un importante incremento, pasando de los 101 operadores totales inscritos en 1995, a 929 en el año 2018. Según las últimas cifras que maneja el comité, las del 2019, las hectáreas habrían ascendido hasta las 70.000 y los operadores sobrepasarían ya los 1.000.

En cuanto a las explotaciones ganaderas, Aragón no destaca por una alta presencia de explotaciones dedicadas a la producción ecológica, con solo 42, que suponen 56.000 cabezas de ganado certificadas como ecológicas. «Queremos darle un impulso desde la nueva junta porque los productores se encuentran con varios inconvenientes; primero intentando que haya más mataderos dados de alta en ecológico para que los productores no tengan que ir fuera de nuestra comunidad, ya que es el principal problema al que se enfrentan; y en segundo lugar conseguir que obtengan más ayudas para sus explotaciones», relata Artal.