Tres aeropuertos para tres provincias en una comunidad autónoma despoblada y dispersa, con tan solo 1,3 millones de habitantes concentrados en su mayoría en la capital (más del 80% en Zaragoza) puede parecer exagerado. De hecho, Aragón tiene el mismo número de aeropuertos que la Comunidad Valenciana, autonomía que quintuplica la población aragonesa y que además tiene la suerte de registrar unas cifras de pasajeros muy superiores por el modelo turístico de sol y playa que explota.

Al margen de las comparaciones, que son odiosas, Aragón no ha conseguido ser la potencia aeroportuaria que deseaba ser y solo ha conseguido despegar las cifras en mercancías, donde ha conseguido situarse gracias al Aeropuerto de Zaragoza como la segunda pista más importante del país, solo superada por la de Madrid Barajas-Adolfo Suárez. Volar alto en pasajeros, o lo que es lo mismo, llegar al millón de viajeros anuales, que era lo que quería el aeródromo de la capital aragonesa, es un sueño que ha quedado lejos. Huesca tuvo que readaptar su pista y reorientarla a la formación, mientras que Teruel ha convertido un aeródromo sin pasajeros en una referencia en el estacionamiento de naves.

En los últimos 30 años la situación de los aeropuertos aragoneses ha cambiado mucho. En los 90 solo despegaban aviones desde la capital aragonesa, concretamente desde el edificio y pista creadas en la época del aeropuerto de Sanjurjo, que desde 1995 es base aérea militar y aeródromo civil. Los aviones llegaban entonces hasta diez ciudades. Este años serán 19 las rutas regulares que se realizarán desde Zaragoza (7 nacionales y 11 extranjeras) operadas por seis compañías.

El incremento de estas rutas se ha producido en gran medida por la ampliación del complejo, que coincidió con la Expo del 2008. La muestra internacional fue el impulso para mejorar una infraestructura en la que Aena invirtió 22,7 millones de euros. La terminal de pasajeros pasó a tener más de 16.000 metros cuadrados (el triple que la anterior), más de mil estacionamientos, doce mostradores de facturación y seis puertas de embarque.

El reto era superar el millón de pasajeros al año pero la cifra nunca se alcanzó, ni con la Expo 2008 ni después. El mejor registro fue el del 2011, con 751.096 pasajeros y fue descendiendo hasta la actualidad, cuando los niveles son similares a los del 2005. Ahora, la previsión de AENA es que las nuevas rutas que este mismo 2020 comenzarán a realizarse ayudarán al aeropuerto a alcanzar las 610.000 visitas, una cifra que supone incrementar en un 25% los datos del 2018 y llegar al mejor registro de los últimos 9 años.

En cualquier caso, desde 1990 hasta hoy Zaragoza, y todo Aragón en consecuencia, ha quedado conectado gracias a esta infraestructura. Quizá con menos frecuencias de las deseadas por la ciudadanía y a menos lugares de los que el propio Gobierno de Aragón querría. Las cifras en pasajeros prácticamente se han multiplicado por dos en tres décadas cuando la previsión era hacerlo por 10.

CRECIMIENTO EN LOGÍSTICA

Aunque las cifras en pasajeros no sean tan lucidas, Zaragoza siempre ha sido una ciudad con un claro objetivo relacionado con la logística, el transporte de mercancías y los servicios aéreos de carga. Y es ahí donde verdaderamente estos 30 años son el fiel reflejo del trabajo bien realizado. Las cifras de carga en los años 90 eran modestas y no convertían a Zaragoza en el aeropuerto referencia en el transporte de mercancías que es ahora. Fue a partir del 2003 cuando empezó el despegue de cifras, a raíz de la llegada a Aragón de uno de los mayores centros logísticos del textil del mundo: Plataforma Europa, el complejo destinado a la logística de Inditex. Las toneladas de carga se multiplicaron casi por tres, pero no fue hasta el 2007, un año después de la inauguración de la primera fase de Plataforma Logística Zaragoza (Plaza) cuando se dispararon las cifras y empezaron el crecimiento exponencial que han experimentado hasta hoy. De casi 6 millones de toneladas de carga en el 2006, se pasó a más de 20 millones en el 2007. Pero ni con esos números, cuando consiguió casi cuadruplicar las cifras del año anterior, logró el aeródromo situarse en los primeros puestos de la tabla comparativa con el resto de pistas de España y se mantuvo en el séptimo lugar, por debajo de Madrid, Barcelona, Gran Canaria, Vitoria, Tenerife Norte o Palma de Mallorca.

No fue hasta el 2009, después de la Expo, cuando subió puestos en el ránking y se situó como tercera potencia. El desarrollo de Plaza y el establecimiento de más empresas más allá de Inditex o Caladero (llegó en el 2010) ayudó. En la actualidad, más del 90% de las mercancías que recibe el aeropuerto son de Inditex. Entre el 2007 y el 2018 el tráfico de mercancías creció un 728%. En estas tres décadas (1990 al 2018), el porcentaje de aumento en la carga ha sido un 2.717%. La consecuencia de este aumento ha sido convertir a Zaragoza en la segunda potencia aeroportuaria en carga rebasando en el 2019 las cifras del Prat.

Una pista que pudo tener bases permanentes

La instalación de Plaza y la celebración de la Expo de 2008 fue el impulso definitivo para que el Aeropuerto de Zaragoza sufriera una reconversión, pero no consiguió una explosión definitiva de cifras en pasajeros en gran parte a un problema derivado de la climatología zaragozana y la falta de sistemas para evitarlo. Precisamente el crecimiento en viajeros vino de la mano de la compañía de bajo coste Ryanair, que llegó a Zaragoza con sus vuelos en el 2007. La empresa irlandesa estudió instalar su base permanente en la capital aragonesa, pero finalmente desistió porque el Aeropuerto de Zaragoza tenía una gran carencia: el denominado nivel máximo II/III del sistema ILS, un instrumento que permite tomar tierra con baja o nula visibilidad. En una ciudad con tantos días de niebla densa al año se hacía imprescindible tener este sistema ‘premium’ y por ello Ryanair rechazó instalar su base permanente en la capital aragonesa, hecho que hubiese aumentado el número de vuelos. En junio del 2016, la herramienta llegó a la pista zaragozana, pero ya era demasiado tarde.