Hubo unos años en los que el diminuto Torico respiraba humo negro de los tubos de escape de las decenas de vehículos que pasaban día a día por debajo de este símbolo de la capital turolense. Todavía en el año 2006 esta plaza estaba abierta al tráfico y los peatones se mezclaban con los coches y autobuses. Había una parada de taxis, incluso. Ahora es difícil imaginarla con aceras estrechas y espacio reservado para la carga y descarga. El día 5 de diciembre del 2007 concluyó la reforma de la plaza, un espacio peatonal que quería adaptarse a los nuevos tiempos a través de luminarias instaladas en el suelo y que han terminado por ser más bien un elemento fallido.

Al margen de la anécdota decorativa, el centro de Teruel ha visto transformar sus calles en espacios más amables, transitables y accesibles para los peatones. En los últimos 15 años el consistorio ha realizado reformas y arreglos en aceras y otras zonas peatonales, casi siempre con el objetivo de ensancharlas. También se limitó el acceso al centro neurálgico de la ciudad incluso al transporte público, que llega solo hasta las inmediaciones. Para favorecer esta medida se crearon varios aparcamientos subterráneos en los accesos al mismo casco histórico (aparcamientos de San Juan, La Glorieta o la Estación de Autobuses con un total de 1.058 plazas) que se complementan con una amplia oferta de plazas de estacionamiento de limitación horaria (380 plazas).

En esa línea, también se ha materializado la construcción de dos conjuntos de ascensores para favorecer la movilidad y resolver el desnivel de la ciudad: uno en la Escalinata de Teruel (2003) y otro en la calle Rosario (2011). El primero facilita el ascenso desde la estación de ferrocarril y áreas de aparcamiento al paseo del Óvalo, que forma parte del centro de la ciudad. El segundo ascensor, ubicado físicamente en la calle Rosario, en el barrio de San Julián, conecta peatonalmente todo este barrio residencial con el centro. El ayuntamiento tiene previsto instalar otro ascensor para conectar el barrio del Carmen con el centro de la ciudad, una infraestructura muy demandada por los vecinos y cuyo proyecto ya ha salido a licitación.

EN COCHE Y A PIE

Pese a todas las medidas implementadas, no se ha conseguido que el coche quede aparcado en los garajes, ya que en estos últimos 30 años Teruel ha sido --y todavía es-- una ciudad hecha y acostumbrada al automóvil, en la que hasta los desplazamientos más cortos se realizan en vehículo privado. Aunque es cada día más creciente la preocupación por el medio ambiente y el uso de medios sostenibles, su orografía y climatología hacen que coger el automóvil sea una de las opciones preferidas de sus residentes. Una elección que se antoja complicada para transitar por el centro de la ciudad debido a la peatonalización y restricción de circulación en varias calles y que contribuye a que la cifra de desplazamientos a pie sea superior al uso del vehículo privado. Pero por poco.

Puede parecer increíble que en una ciudad en la que todos (o casi todos) los recorridos pueden hacerse caminando, el 43,2% de los trayectos se realicen en vehículo privado. Según los datos facilitados por el ayuntamiento, se producen 102.000 viajes diarios y poco más de la mitad son a pie (51.5%). El uso de la bicicleta es «insignificante» dentro del total de viajes, con un 0,2%. Esto se debe precisamente a su relieve, una ciudad llena de cuestas y en la que solo hay diez kilómetros de carril bici. También han llegado hasta Teruel los vehículos de movilidad personal, los patinetes. No existe ninguna empresa de alquiler operando en la ciudad pero se están utilizando dentro del ámbito privado.