Están confinados en casa, muchos de ellos sin comprender muy bien el porqué y otros, más mayores, siguiendo el ejemplo de sus padres, fieles a los consejos de un mundo que lucha todavía a ciegas contra la covid-19. ¿Confinados? Una palabra sin duda nueva en su diccionario aún tierno. No pueden ir al colegio, a su Ramón y Cajal de Cuarte de Huerva; tampoco jugar en la calle ni abrazar a sus amigos. Ni siquiera ver a sus abuelos salvo por videoconferencia. Detrás de esa puerta, de esas ventanas, todo se ha paralizado salvo un pequeño virus asesino del que todos hablan con gesto de preocupación.

Aislados en ese planeta de respiración contenida, en esa realidad virtual, el tiempo cambia las horas de los relojes, de los hábitos, y el espacio se ocupa de vacíos. El profesorado del Ramón y Cajal ha tenido la estupenda y didáctica idea de proponer a los alumnos de 1º de 6º Primaria que manifiesten en cartas y dibujos su imaginación como soporte de agradecimiento a todos los sectores de la sociedad implicados en esta pelea. No olvidan en sus relatos a nadie, otorgándoles la trascendencia que les corresponde, enviando un especial un recuerdo a los ancianos, las personas más vulnerables en esta tesitura. DesboRdan sensibilidad y sensatez en la frontera de los 11 años como mucho.

Kevyn se acuerda de su abuelo Atanasio. "Te envío esta carta para que te animes y

sientas un poco de mi cariño", y le recomienda que siga "sus "consejos". Lavarse las manos, guardar la distancia. seguir las pautas de las auxiliares. "Cuando todo esto pase iré a veros, ánimo y seguro que todo irá bien. Un abrazo de Kevyn". Es solo un ejemplo de la complicidad y la cordura de estos pequeños locos que además de acompañarnos nos enseñan lucidez. Enfermeras, policías y cuerpos de seguridad, personal sanitario, empleados de supermercados, transportistas... A todos ellos dedican este homenaje desde lo más profundo de su corazón, donde aplaude la pureza.