ANTONIO DE LA VEGA Es el coordinador de la Obra Social del Carmen. Sigue al pie del cañón. No puede dejar en la estacada a quienes carecen de un techo. Doblemente expuestos. Cada día, atienden a 340 personas. Ayer, voluntarios de otras asociaciones apoyaron su comedor social.

Antonio de la Vega lleva días sin ver a sus nietos ni a sus hijos (o sin sentirlos, más allá del skype). Pero ni él ni su mujer --- médico del centro de salud de Rebolería-- pueden quedarse en casa. «Hablan de los mayores y yo también soy abuelo pero hay gente a la no puedo dejar en la estacada», dice. Se refiere a las 340 personas que atiende la Obra Social de la parroquia del Carmen, de la que es coordinador, incluyendo las 200 a las que dan de comer, tanto en su comedor social como a través de otros de sus 14 proyectos-.

Estos días, frente a sus ojos pasan emociones de todo tipo. Antonio pone por delante las «gracias» a muchos de sus voluntarios, que siguen acudiendo para que el servicio siga abierto y también a otros de entidades análogas --como Cruz Roja o la asociación Bokatas-- que se han volcado para que tengan refuerzos. También a la policía («tanto Nacional como Local») que ayer estaba ayudándoles a organizarlo todo. «Lo que está pasando, en ese sentido, es precioso», recordaba.

Pero a esos agradecimientos se une una preocupación enorme: «¿Cómo se queda uno en casa cuando no la tiene?» 114 personas, según el último censo de Cruz Roja, están en esa situación en Zaragoza (y esa cifra no incluye a quienes pernoctan en el Albergue o en otros centros de acogida). Antonio se puso a escribir el lunes para llamar la atención de los medios y pedir «que no les olvidemos» en esta situación. «Estamos intentando buscar soluciones para que tengan un cobigo estos días», decía ayer. Horas después de decir estas palabras, Antonio asistía a una reunión en la que recibía una gran noticia: el acondicionamiento, por parte del Ayuntamiento de Zaragoza, del pabellón Tenerías, que dará acogida estos días a cien personas sin hogar.

Mientras, el comedor de la parroquia sigue su día a día. A algunos voluntarios --los más mayores o los que tienen algún tipo de patología-- les han pedido que no se arriesguen. Se afanan en proteger a quienes van a comer allí. Se les espacia a unos de otros y buena parte de las comidas se entregan en tuppers --especialmente, a quienes tienen un techo bajo el que regresar-- y con cubiertos desechables.

Le pregunto a Antonio sobre el cierre del Banco de Alimentos, del que ellos reciben muchos productos no perecederos. «Estamos cubiertos hasta principios de abril. Si no, compraremos, tirando de nuestros recursos». Y, ¿después? No quiere ser alarmista. Y eso que no parece un plazo tranquilizador. Las soluciones, allí, se batallan día a día. Confiando en la solidaridad. Procurando transmitir cariño. Aunque los gestos pasan a veces por una cuenta corriente, como la que hay en la web de la obra social. Aceptan donaciones. Seguramente, las van a necesitar: parroquiadelcarmen.es.