Si hace unos años, pongamos quince, porque tampoco hacen falta demasiados, a cualquier zaragocista le hubieran dicho que el Lugo y el Zaragoza compartirían presupuesto para confeccionar la plantilla de su primer equipo no habría dado crédito. La terrible herencia de Agapito Iglesias y el control económico de la Liga hicieron que los dos rivales de esta tarde tuvieran este verano en torno a 2,7 millones de euros para las fichas de los jugadores y el cuerpo técnico, cuando las diferencias entre ambos clubs son abismales.

El Lugo no ha pisado nunca Primera División, solo ha estado ocho temporadas con la actual en la categoría de plata y cuenta con 4.000 socios. El Zaragoza, en el peor momento de su historia, está respaldado por en torno a 20.000 abonados, ha militado 58 años en la élite y su palmarés lo adornan seis Copas del Rey, una Recopa o una Copa de Ferias. Sin embargo, ambos han sufrido la misma estrechez este verano, habitual en el Lugo, que repite presupuestos modestos año a año en Segunda, y heredada en el Zaragoza, que además ha tenido que elaborar su plantilla a contrarreloj tras regatear el fantasma de la desaparición en julio y con una profunda renovación, mientras que el conjunto gallego ya tenía el plantel prácticamente cerrado a mediados de agosto, con 11 bajas respecto al curso pasado y otras tantas altas.

EL BETIS, EL PRIMERO

Lugo y Zaragoza están en la clase media en cuanto a disponibilidad económica en fichas en esta Segunda. Ambos muy lejos de los 13,6 millones que ha tenido el Betis o los cerca de 8 de Osasuna. El Valladolid, el tercero en ese escalafón, ha contado con 6,4. Esos tres primeros puestos hacen valer la condición de recién descendidos por la ayuda que se recibe de la Liga. Mientras, el Llagostera, el Racing y el Girona, con unos dos millones, han sido los más austeros para sus plantillas.