En un ejemplar ejercicio de ambición, inconformismo y una lógica disconformidad, Adrián González se rebela contra el ostracismo que lleva sufriendo durante toda la temporada. Acostumbrado a jugarlo casi todo y a ejercer de líder desde el terreno de juego, al centrocampista le ha tocado esperar hasta la jornada 33 para estrenarse como titular en un Real Zaragoza al borde del abismo. Las lesiones primero y las decisiones técnicas después le han abocado a una situación "rara" marcada por sus apariciones en el descuento o, si acaso, en el tramo final de los partidos. "Lo he llevado con cabeza fría. No soy un jugador de tener lesiones, pero al final aparecieron y no es agradable ver desde fuera al equipo, que estaba pasando un momento muy difícil y ver sufrir a los compañeros. Daban ganas de estar ayudando y tenía ganas de participar cuanto antes. Después de la lesión me he encontrado bien físicamente pero es verdad que han pasado muchos partidos hasta que he podido ser titular aunque hubo momentos en que pensaba que podía haber entrado antes. Pero al final son decisiones del entrenador", expone el zaragocista, que cumplió en Fuenlabrada. "Estaba preparado y creo que gracias a eso no lo acusé tanto en el plano físico después de tanto tiempo sin jugar. Tenía claro que era un partido en el que no iba a poder mostrarme mucho pero sabía cuál era mi cometido y lo que debía hacer, como lo sabía también cuando he jugado medio minuto".

El madrileño, lejos de levantar la voz, asegura que su relación con JIM es "buena" y no ha considerado "oportuno" pedirle explicaciones acerca de su escasa participación. Pero Adrián tiene claro que ha llegado su momento. "Él vino a hablar conmigo hace un par de semanas para decirme que estaba contento conmigo y que veía lo que podía aportar al equipo. Para mí era una situación rara porque creía, sin desmerecer a los compañeros, que podía aportar mucho más al equipo. Yo tengo esas ganas y ahora llega un tramo que hay quien cree que es un marrón pero a mí me apetece muchísimo. Quiero estar ahí, participar y ser importante para arreglar un poco la temporada marcada por esas lesiones".

Porque, está claro, esto no es lo que esperaba cuando llegó, el pasado verano, a Zaragoza procedente del Málaga. "Cuando decidí venir lo hice apelando a la ambición deportiva de pelear por el ascenso y ser importante y tener un papel muy activo en el equipo. No se ha dado una cosa ni la otra, pero eso no quita para que, por mi parte, siga teniendo la ambición de serlo de aquí al final. No he vendió aquí para pasar el rato pero hay cosas que no puedo controlar, como las decisiones del entrenador, pero sí estar en forma y preparado para cuando lo crea conveniente", insiste Adrián, que profundiza en su reivindicación. "Llegan los nueve últimos partidos, cuando se juegan las cosas importantes y donde me gusta estar. Tenemos que dar todos un paso adelante y también en el plano colectivo, quitándonos esa losa que se está viendo en los partidos como consecuencia de la situación deportiva. Es importante que mostremos por qué estamos aquí. Podemos jugar mejor, pero hace falta que en el plano individual nos soltemos todos un poco más, querer más el balón y bajarlo un poco más porque estamos capacitados para ello. Tenemos bastante margen de mejora por delante", asegura.

Al menos, el Zaragoza se está mostrando poderoso en La Romareda, escenario que espera ya a un Almería que aspira al ascenso directo, pero Adrián no se amedrenta. "Es un equipo que intenta siempre jugar al fútbol, no divide la pelota y, en ese sentido, tenemos la oportunidad de ir a por ellos presionando arriba y dar un paso adelante no solo en resultados sino también en juego. Esta plantilla tiene capacidad para jugar mejor al fútbol".