Quizá no figure entre los máximos responsables de la debacle del Real Zaragoza, pero la realidad es que Lucas Alcaraz no está consiguiendo enderezar el rumbo de una nave a la deriva. Es más, el entrenador granadino está haciendo aguas en su intento de rescate y el hundimiento es cada vez más pronunciado. Así lo pregonan los números del preparador andaluz desde que fue fichado por la dirección deportiva, que se hizo responsable tanto de la fallida elección de Idiakez como de la apuesta de Alcaraz. No solo el porcentaje de puntos del Zaragoza actual es notablemente inferior a la raquítica cosecha de Idiakez, sino que con el granadino todo ha ido a peor. En sus seis partidos al frente del equipo, el Zaragoza ha encajado siempre, solo ha marcado en dos (tres ante el Nástic y dos al Mallorca) y ha recibido 10. En las diez jornadas anteriores, el cuadro aragonés había anotado 12 dianas y encajó 11, es decir, en casi la mitad de partidos, el Zaragoza de Alcaraz ha encajado casi tantos goles como el de Idiakez.

El dato es especialmente descorazonador porque el manual de estilo del granadino se sostiene sobre una incesante búsqueda de una fortaleza defensiva que no es capaz de dotar al Zaragoza, que se desangra por retaguardia. No solo encaja siempre la escuadra aragonesa sino que, además, el rival siempre da primero, algo diferencial para un equipo con la autoestima, la confianza y la seguridad en sí mismo por los suelos.

Y mira que le ha dado vueltas Alcaraz a la defensa. Y a todo el equipo. Del once inicial que jugó en Elche, en la puesta en escena del andaluz como técnico zaragocista, al que formó en la foto el pasado viernes frente al Cádiz va un trecho. Medio equipo ha cambiado Alcaraz desde entonces con paupérrimos resultados. Solo Cristian, Benito, Aguirre, Eguaras, James y Pombo repiten. El resto ha desaparecido, si bien en algunos casos, como Grippo, Buff o Lasure no jugaron el viernes por lesión. Zapater y Verdasca, que sí están disponibles, llevan dos jornadas desaparecidos de la alineación y sin jugar un solo minuto.

Alcaraz no da con la tecla. Está claro. El rombo terminó para él una semana después, tras la sonrojante derrota en casa ante el Granada en La Romareda. Entonces, el Zaragoza formó con Benito, Grippo, Verdasca y Lasure en defensa y un rombo integrado por Eguaras, Zapater, James y Buff, con Pombo y el restablecido Gual arriba. En Tarragona, el Zaragoza inauguró un nuevo sistema con tres centrales en una revolución que supuso el cambio de medio equipo. Entraron Delmás como carrilero, Nieto y Perone como centrales y Ros, hasta entonces inédito con Alcaraz, y Pep Biel, que no había debutado en Liga, en el rombo. Zapater, James y Buff perdieron el sitio. La victoria dio continuidad a un dibujo que solo incorporaría en la jornada siguiente ante el Mallorca a Álvaro, recuperado de su lesión, por Gual, y a Ros por Zapater. Delmás dejó fuera a Benito, que volvería una semana después.

La lesión del navarro devolvió al equipo a James frente al Alcorcón, donde el Zaragoza apenas inquietó. El sistema emitía ya claros síntomas de agotamiento en un equipo incapaz de llegar arriba y al que seguían dándole por todos los sitios en defensa. La misión principal de esa nuevo diseño: dotar al Zaragoza de fortaleza defensiva, estaba fracasando.

Pero lo peor estaba por venir. El granadino dio otra sorprendente vuelta de tuerca al equipo para recibir al Cádiz en busca de una victoria vital para evitar la caída a los puestos de descenso. Alcaraz dejó en el banquillo a dos centrales (Verdasca y Muñoz) y solo uno, Perone, formó en una línea de tres completada por dos laterales reconvertidos (Delmás y Nieto). El Cádiz, como siempre, marcó antes del ecuador, le anularon dos goles y ganó fácil a un Zaragoza que solo inquietó con un par de disparos de Gual y poco más. En fin, lo de siempre.

Desde Tarragona, el balance es desalentador: cinco goles a favor y seis en contra en cuatro partidos, es decir, la misma media realizadora que con Idiakez (1,2 tantos por partido) y 1,5 goles recibidos por choque (1,1 con Idiakez). El Zaragoza está en descenso tras haber ganado tres partidos de 16 y uno solo de los últimos 12. La caída libre no ha hecho sino acelerarse más todavía con Alcaraz y sus cambios de jugadores y de sistema. Los tres centrales tampoco funcionan.