Diego Nerín tiene espíritu aventurero. Y el deporte, el baloncesto en este caso, puede ser un gran aliado para buscar nuevos destinos y experiencias. Este entrenador de La Almunia de Doña Godina vive desde abril del 2017 en Doha, la capital de Catar, donde trabaja para QSports, la empresa más grande dentro de Catar Foundation que se dedica a la educación, desde la escuela primaria a la universidad, y a las actividades extraescolares y deportivas. Nerín es entrenador de baloncesto y entrenador personal para profesores y gente de la fundación.

A veces hay que ir a buscar las oportunidades y otras, éstas salen a tu encuentro. En este caso la opción de Catar «me llegó por un grupo de whatsapp de las madres del equipo que entrenaba en La Almunia de Doña Godina. Eché el currículum, que en principio era para unos campamentos de verano, y me llamaron para decirme que había una vacante de entrenador de baloncesto. Estaba esperando para las oposiciones de educación física y, como el año pasado no salieron, decidí venirme», explica.

No es la primera vez que sale de casa. Se licenció en INEF en Huesca y allí comenzó a entrenar a baloncesto. Una vez terminada la carrera y un máster de educación, Nerín quería mejorar su inglés y decidió marcharse a Estados Unidos como au pair, una opción que consiste en estar acogido por una familia a cambio de trabajos auxiliares como cuidar a los niños. «Quería aprender inglés sin que me costara mucho dinero y una amiga me comentó esa posibilidad. Cuando iba al instituto tuve un intercambio a Boston y me gustó mucho el país», relata.

Así que Nerín se puso manos a la obra. «Me apunté a un par de agencias y a la semana me llamaron de una familia que vivía en New Jersey, al lado de Nueva York, y en un par de semanas estaba viajando. Estuve un año y diez meses. Vivía con una familia en la que él era consejero legal político y ella era administrativa y tenían dos chavales adolescentes. Yo hacía de conductor y les daba también clases de español. Como tenía mucho tiempo libre me busqué un poco la vida para entrenar a baloncesto y entrené un club, el Romapo College». Tuvo que volver porque le finalizó el visado, aunque tenía una oferta de trabajo a tiempo completo.

De vuelta en casa, del 2014 al 2017, estuvo entrenando en La Almunia de Doña Godina hasta que Catar se cruzó en su camino. También tuvo una oferta de China, pero le sedujo más la de oriente próximo. «Vivo en Doha, en un barrio que se llama Al Rayyan. Me llama la atención la multiculturalidad, la cantidad de inmigración que hay porque catarís, catarís hay muy pocos. Y la cantidad de oportunidades laborales y económicas que hay. Con el Mundial 2022 el emir está invirtiendo en deportes y hay muchas oportunidades», destaca.

Existen competiciones de clubs, pero no de equipos escolares. «Yo entreno al equipo de Catar Foundation y como no está en la Liga les busco partidos para ir jugando con otras empresas. Una de las cosas que destacan son las instalaciones, es todo espectacular. Los pabellones están muy bien, todos los días limpios, el material perfecto. No escatiman en gastos», indica. En Catar también reina el fútbol pero se impulsan todos los deportes. «El primer deporte en todo el mundo es el fútbol, ahora se están focalizando en el tema sénior en el fútbol y lo que les interesa es crear una base, una experiencia educativa donde el deporte sea un pilar fundamental. Facilitan cualquier cosa que quieres hacer de cara a torneos y eventos».

Viajar siempre abre la mente, mucho más si el destino es tan diferente del lugar de origen. A Diego Nerín conocer de cerca la cultura islámica le ha permitido entender mejor su punto de vista, aunque no comparta todos sus preceptos. «Yo me adapto a cualquier cosa. Religiosamente no tengo ninguna predilección, así que no he tenido ningún problema. Cuando llega el ramadán sí que llama la atención que no se puede comer en público, tienes que esconderte un poco, pero no es algo muy difícil. En el equipo que entreno hay canadienses, estadounidenses, sirios, egipcios, palestinos, argelinos, letones... cada uno viene de un sitio», explica este aragonés.

En Catar se vive bien, lo peor son las temperaturas. «Para hacernos una idea, la barra de pan está como en España o un poco más porque todos los alimentos son importados de fuera, pero como los sueldos son más altos sales ganando. Lo único es el verano, que es muy caluroso y por la noche hay mucha humedad. Pero en todas las casas hay aire acondicionado y en verano la gente apenas sale a la calle. El día más caluroso fueron 49 grados. Por la noche la temperatura no es tan alta pero la humedad, sí». Para muestra, un botón: «He ido un solo día en pantalón largo. La temperatura más baja han sido 12 o 13 grados».

Nerín intenta conocer Catar, aunque no es un lugar muy turístico. «Puedes ir a ver la perla que es como un complejo de viviendas metido en el mar, tienes West Bay y el zoco, un mercado tradicional árabe, esos serían los tres puntos más turísticos. Hay gente que se va al desierto con los todoterrenos, las jaimas, los camellos», relata este zaragozano que quiere completar, al menos, un año entero en Catar.