Jabalíes, sarrios, ciervos, corzos, o incluso truchas. Finalizada la temporada de caza mayor en Aragón, la disecación o naturalización es el destino de muchos de los animales capturados durante la campaña. Suele tratarse de "trofeos" especiales bien sea por sus características como por las circunstancias en las que se captura la pieza. Los ejemplares que tienen más posibilidades de terminar disecados en Aragón son los grandes jabalíes, seguidos del sarrio, el ciervo, y en los últimos años, el corzo. Una evolución similar a la que acompaña la actividad cinegética. Pero cualquier especie es susceptible de terminar "colgada en la pared", máxime si supera las expectativas de su ejecutor, o si su captura conllevó asimismo la obtención de algún trofeo deportivo.

Naturalización

Según explica Jesús Torres, taxidermista, "desde que el cliente lleva las piezas recién cazadas o congeladas hasta que se naturalizan pasan entre ocho y diez meses". El primer paso consiste en quitarle la piel, proceso que se denomina desuello, tras lo cual se lava y rebaja el cuero. Posteriormente, las pieles se almacenan en sal para que se conserven en perfectas condiciones hasta que son sometidas al proceso de curtido con sulfato de aluminio y grasas. Al mismo tiempo que se desarrolla esta fase, se preparan los moldes donde se enfundan posteriormente las pieles. El maniquí se moldea con arcilla, cartón piedra y resinas.

Cuando las pieles se encuentran bien curtidas, se sujetan al maniquí con alfileres y clavos para realizar el acabado. Se emplastece, se pinta la nariz, labios y párpados, y se le da brillo al pelo. La última fase consiste en atornillar la manoplia o escudo de identificación para terminar la disección.

Dentro de la taxidermia existen otras modalidades además de la naturalización. Algunos cazadores, prefieren conservar sólo los frontales o cráneos de los animales. En el caso de los jabalíes, también suele optarse por guardar únicamente los colmillos, sobre todo cuando ya se tiene algún ejemplar disecado. Los colmillos pueden engarzarse en plata, niquel o incluso oro.

También son naturalizados algunos peces de gran envergadura, aunque en este caso se trata de un proceso todavía más laborioso, ya que no tienen pelo para poder ocultar las rugosidades. Por tanto hay que dejar la superficie completamente lisa, y posteriormente pintarla al óleo escama por escama.