Messi y Di María. En esos dos nombres de resume la pobre y agónica Argentina de Sabella, que ha tenido que echar mano del talento de sus dos delanteros para pasar a cuartos de final en un partido de infarto, por la emoción, pero nefasto en el juego, ante la ordenada Suiza. Y no ha sido hasta el minuto 117, ya en la prórroga, cuando un balón perdido por la zaga helvética ha caído en las botas de Messi, este ha apretado el acelerador, ha aguantado una entrada de tarjeta roja de un defensa y, ya con espacio libre, ha dado una preciosa asistencia a Di María quien, con la zurda, ha batido al meta suizo de un tiro raso y colocado (1-0).

Así se ha metido Argentina en los cuartos de final, de forma agónica y dando también una triste imagen. Triste y desesperante porque el mejor jugador del mundo, Messi (de nuevo designado el mejor del partido, por cuarta vez consecutiva en el Mundial), se encuentra muy solo en su sueño (más bien una quimera) por el Mundial. Solo le acompaña Di María y el empuje de Mascherano, en la zona ancha. Lo demás, el equipo albiceleste es un auténtico solar, un conjunto pobre en las formas y desconjuntado que lo fía todo a la magia de la 'Pulga' y a la inspiración del 'Fideo'. De Lavezzi, Higuaín y el resto (el Kun anda lesionado), no hay noticias. Y, por ahora, les basta con eso.

Argentina ha tenido suficiente con un zarpazo final, ya que apenas ha gozado de ocasiones (solo inquietó con otro disparo de Di María también en la prórroga), aunque Suiza ha tenido en su mano forzar los penaltis, pero el balón rematado de cabeza por Dzemaili se ha estrellado en el poste, y el rebote, también rematado por el mismo jugador, ha salido fuera por un palmo. En el último suspiro, Shakiri ha enviado fuera una falta directa y el colegiado ha pistado el final, para alivio de los argentinos.