Nubarrones de pesimismo se ciernen sobre la existencia del CAI. El precario inicio de temporada que está experimentando el conjunto aragonés con dos triunfos por cuatro derrotas en seis jornadas provoca un escalofrío ante las urgencias de un club que lleva tres temporadas atrasando con impaciencia la cuenta atrás hacia la ACB. El duodécimo puesto actual sabe a decepción y es el escalón más pobre en el que se ha instalado el club a estas alturas de competición en su corta trayectoria. Sin embargo, la mirada retrospectiva regala un apoyo para el optimismo y creer en la progresión de un equipo cuyo objetivo se centra en estar bien en abril, cuando arranca la batalla verdadera por los playoff . El símil con la temporada pasada, cuando Julbe también logró un escueto y criticado 2-4 y terminó rozando el ascenso en Granada, tranquiliza el pulso y da un margen de confianza a Quintana.

Defensa compasiva

La derrota en Plasencia anudada a la de León fuerza el primer seísmo del año en el Príncipe Felipe. El CAI se aleja de los puestos de privilegio de la LEB, donde se le supone por derecho, semblanza, presupuesto y calidad, a tres triunfos del grupo de cabeza. Pero la interpretación histórica puede consolar el presente gris. Con Julbe dando órdenes se navegaba en décima plaza, más arriba, pero más lejos de la cima, a cuatro triunfos de la cabeza (6-0 para Bilbao y Plasencia). Esa plantilla acabaría con 11-6 la primera vuelta y con 20-14 la fase regular.

Otro baremo que reduce la taquicardia es la diferencia entre puntos anotados y encajados. Esta variable favorece a este CAI ante sus anteriores versiones. El balance es positivo en diez puntos por los tres de hace un año y los datos negativos (-12) del debut. Los números en pasado resaltan la brecha por la que el CAI se desangra. En esta edición, es cuando el cuadro aragonés más débil se ha mostrado en defensa. Ha encajado 477 puntos (79,5 de media) por los 441 (73,5) de hace un año y los 476 (79,3) de la campaña de iniciación. Por contra, Quintana dirige al CAI más ofensivo con 487 (81,2) por 444 (74) y 464 (77,3) de los de Julbe y Oliete, respectivamente.

El mundo al revés

El mejor inicio del CAI tuvo a Oliete como ideólogo. Se arrancó con un 4-2 (invicto hasta la cuarta jornada) que alentó al club a pensar en un futuro de color de rosa que realmente tendría una tonalidad menos piadoso. El equipo, tras dos cambios de banquillo y desorientado por un carrusel de fichajes, terminó salvando el cuello en el playout ante el Huelva tras terminar la fase regular decimocuarto con 12 victorias y 18 derrotas (9-6 en la primera vuelta).