Alfonso Carlos de Andrés fue el segundo olímpico que dio el deporte aragonés. El primero fue Dionisio Carreras en el maratón de los Juegos de París el año 24. De Andrés lanzó la jabalina en Roma en 1960.

En los años 50 Alfonso Carlos de Andrés dominó los lanzamientos de peso, disco y jabalina con el San Fernando. "Me inicié con Rafael Sánchez Iglesias. Entrenábamos en sitios de risa. Hubo un momento en el que el disco era un ladrillo y el peso una piedra", recuerda.

En el 57 y con 19 años, le concedieron una beca en la Residencia Blume de Madrid, que se llamaba entonces Residencia Moscardó. "Luego le cambiaron el nombre puesto que los políticos hacen cosas muy raras", afirma. Para De Andrés, "la historia es la historia y, por mucho que queramos hacer, cuando pasen 100 años, se nombrará a gente como el Cid o Felipe González. Franco es un hombre importante de la historia. A unos les gustará y a otros no les gustará", afirma.

En Madrid le preparó José Luis Torres. "Es uno de los mejores entrenadores que he conocido. Hacía viajes al extranjero para conseguir información y llegó a ser entrenador jefe de la Residencia Blume".

De Andrés formaba parte de una generación de atletas aragoneses del peso de Alberto Esteban, Pascual Banzo o Luis María Garriga. "Soy de la opinión que en Aragón hay muy buena materia prima. Con un buen sistema de captación en los colegios, sería facilísimo encontrar muy buenos atletas en Aragón. Somos fuertes, altos y gente con carácter", explica el zaragozano.

Campeón de España

De Andrés fue campeón de España de jabalina ocho años seguidos y plusmarquista nacional de la especialidad durante dos décadas. De Andrés no se quedó contento de su actuación en Roma. Tenía 22 años. "Eran mis primeros Juegos. Competimos 44 y terminé el 26. Lo malo es que tiré diez metros menos de la marca que tenía. Me pudieron los nervios y lancé 64 metros". Con un tiro normal, se podría haber metido en la final. "Estaba acostumbrado a lanzar en estadios de 5.000 personas y en Roma competimos delante de 50.000 espectadores", recuerda.

Se retiró prematuramente a los 27 años. "No podía dejar pasar demasiado tiempo para encontrar trabajo. Primero estuve en una empresa de instalaciones eléctricas. Dio la casualidad que contruyó el Consejo Superior de Deportes (CSD) y me admitieron como jefe de mantenimiento", explica.

Hace un año se jubiló. "Tras ser jefe de mantenimiento del Consejo Superior de Deportes, trabajé en un departamento de alta competición. He estado 34 años en el CSD".

De Andrés llevaba un control estadístico "referente a los atletas de alta competición. Recuerdo que contabilicé las medallas al Mérito Deportivo y el número de deportistas olímpicos que hemos tenido en todas las especialidades", explica el zaragozano.

De Andrés no se aburre en su nueva vida. "La jubilación es un paso más en la vida. Dejo que la existencia siga su curso. Tengo una cosa clara, creo en Dios y soy católico practicante. El está en todas las cosas que yo hago", afirma.

En la actualidad forma parte del grupo de oración Renovación Carismática Católica. Tiene 66 años y se mantiene como un chaval. "También sigo haciendo deporte dos veces a la semana. Me gusta mucho el badminton. El ejercicio es bueno para todo el mundo". De Andrés valora mucho la calidad de vida. "A mí me da lo mismo vivir 80 años. Lo que se trata es que sean unos años de calidad y que me encuentre con fuerza y con la mente lo más clara posible", dice De Andrés.

Pasa todas sus vacaciones en Vicedo, en la provincia de Lugo. "Mi familia tiene una casa y venimos a Galicia hace 30 años. Cuando festejaba ya compramos unos terrenos y unos años más tarde edificamos la casa". En Zaragoza estuvo hace poco, con un homenaje a los olímpicos. "En la capital aragonesa tengo una hermana y un cuñado y hago una visita obligada al Pilar. También voy mucho a Logroño, puesto que allí vive una hermana".

La familia De Andrés siempre ha sido muy deportiva. Su hermano Fernando de Andrés fue olímpico en balonmano en Múnich. "Tenemos un bisabuelo que participó en los Juegos de Amberes en tiro. Si encuentro documentación, lo sacaría a la luz", explica el exatleta. Está viudo hace diez años y tiene dos hijos, Amaya y Alfonso.