Los aragoneses Fernando Barceló (Euskadi Murias) y Jaime Castrillo (Movistar) forman parte de la selección española que va a participar desde este viernes hasta el próximo domingo 26 de agosto en el Tour del Porvenir, la prueba más importante del calendario internacional para ciclistas de la categoría sub-23.

El seleccionador nacional Pascual Momparler ha incluido a Barceló y Castrillo junto a Juan Pedro López (Polartec-Kometa), Gotzon Martín (Fundación Euskadi), Ibai Azurmendi (Fundación Euskadi) y David González (Caja Rural-Seguros RGA), informa la Federación Española.

En los últimos años el combinado nacional ha conquistado esta prueba en dos ocasiones con las victorias del murciano Rubén Fernández y el catalán Marc Soler, en las ediciones de 2013 y 2015 respectivamente.

Tras Francia que lo ha ganado en 19 ocasiones, España es segunda en el palmarés histórico de la competición con hasta doce ganadores, el primero de ellos el egabrense Antonio Gómez del Moral en 1961 y entre los que también se encuentra el navarro Miguel Indurain.

En esta carrera el aragonés Carlos Hernández tuvo que abandonar en 1984 cuando vestía el maillot amarillo de líder de la carrera tras sufrir una conmoción cerebral tras caerse en el descenso del Portet d'Aspet en la séptima etapa celebrada entre Foix y Saint Gaudens.

Barceló y Castrillo junto a los cuatro ciclistas del combinado nacional tendrán en frente al que todos consideran el principal favorito, el colombiano Iván Ramiro Sosa, pletórico de forma tras su sobresaliente victoria en la Vuelta a Burgos, donde derrotó a todo un tercer clasificado del Giro de Italia, su compatriota Miguel Ángel López. Colombia buscará así su segunda victoria consecutiva tras la cosechada por Egan Bernal en 2017.

Este año la edición arrancará y discurrirá las tres primeras etapas por un terreno siempre peligroso para los que se presuponen favoritos al triunfo final como es parte de la Bretaña francesa: un enclave escarpado que puede provocar dificultades a los conjuntos más potentes que pretendan dominar la carrera, entre los que se encuentra España.

Al respecto de los primeros días, Pascual Momparler ha destacado que "serán los más difíciles para nosotros, por el viento y porque será difícil de controlar con solo seis corredores; tenemos que estar muy atentos a que no se nos cuele ningún rival importante en algún corte”.

La organización ha reservado para la cuarta etapa una contrarreloj por equipos que, aunque no resulta larga (20 km.) sí que puede provocar las primeras diferencias importantes de cara a la general. “En la crono tenemos que estar en los tiempos de los equipos que, como nosotros, son de escaladores, y a partir de ahí ya plantearemos cómo nos estructuramos de cara a los Alpes”, ha señalado el seleccionador.

La quinta etapa, de 130,4 km., se presupone idónea para una llegada masiva al sprint, mientras que al día siguiente, en la sexta etapa, los ciclistas tendrán que subir el muro de Cérilly, en la que será la etapa más larga de esta edición con un total de 183,5 kilómetros.

La esperada montaña llegará en la séptima etapa donde, como ya sucediera este año en el Tour de Francia, la organización ha decidido colocar un recorrido corto, pero intenso: 35,3 kilómetros entre Moûtiers y la subida final a Méribel (1ª categoría, 12,2 km.) con un desnivel positivo de 1.500 metros.

De nuevo la carrera otorgará a los escaladores un final en alto en la octava etapa (106 km.). Los jóvenes promesas del ciclismo internacional tendrán que superar el Col du Vorger (3ª), el Col de Montessuit (2ª) y el Col de la Forclaz (2ª) antes de afrontar la subida final a Crest-Voland Cohennoz de 2ª categoría y 6,2 kilómetros al 7,2 %.

Pero todo parece indicar que la carrera se decidirá en las dos últimas jornadas alpinas. En la novena etapa se antoja un gran ritmo de salida dado su escaso kilometraje (89 km.) en el que el punto y final lo pondrá la larga subida final a Val d'Isère, un puerta con una pendiente media no demasiado relevante (3,8 %), pero que con sus 18 kilómetros seguro que pondrá a prueba las fuerzas de los corredores.

La jornada final deparará 150,8 kilómetros de recorrido en los que los ciclistas tendrán que afrontar de inicio la subida al Col de l'Iseran (15,5 km. al 5,8 %), que coronarán en el kilómetro 16 para luego afrontar un largo y quebrado descenso hasta encontrarse ya a escasos 40 kilómetros de meta con el Col du Chaussy (13,1 kilómetros al 7,9 %) y la subida final a Sant-Colomban-des-Villards, afrontando los 10,8 primeros kilómetros del Glandon, con una pendiente media del 5,9 %.

“Tenemos un equipo hecho para plantar batalla”, ha concluido el técnico castellonense.