José Luis Pérez Caminero (Madrid, 8-11-1967) tenía en mente la retirada el próximo mes de junio. Con 36 años, diecisiete temporadas en la élite, catorce en Primera --398 partidos hasta hoy-- y tres en Segunda, es un buen momento para dejar el fútbol, pero el centrocampista, tan genial con el balón en los pies como inestable en su carácter, se lo está pensando. Al principio de temporada, cuando Fernando Vázquez le dio la camiseta titular, decidió cambiar su idea original y ahora vuelve a dudar otra vez, porque no está contando demasiado. Se retire o no, parece evidente que pocas cosas más le quedan de aportar a un futbolista que tuvo condiciones para ser mucho más de lo que consiguió.

Criado en la cantera del Real Madrid y tras dos temporadas en el filial, por entonces llamado Castilla, Caminero no dudó en tomar el rumbo a Valladolid cuando vio que el acceso al primer equipo no estaba demasiado abierto para él. En sus inicios se movió por la mediapunta, pero su primera época en el conjunto pucelano retrasó su posición a la de líbero, puesto para el que le fichó el Atlético en 1993, aunque no tardó en pasar a la medular. Sus enormes condiciones técnicas le han permitido llevar con facilidad esa polivalencia.

La explosión

En el equipo colchonero llegó su confirmación. Logró el doblete (Liga y Copa) en la temporada 95-96 y firmó una de las acciones más geniales de la historia reciente en un regate a Nadal en un choque frente al Barcelona que culminó en gol para dejar en bandeja el título de Liga al Atlético. No sólo explotó en el conjunto madrileño, también en la selección, donde firmó un sensacional Mundial de EEUU en 1994 --estuvo en el once ideal del torneo-- y una buena Eurocopa de Inglaterra en 1996. Fue internacional en 21 ocasiones y marcó ocho goles.

Sin embargo, su carácter le jugó una mala pasada y tras algún altercado con la afición rojiblanca el club le facilitó su regreso a Pucela en la temporada 98-99. Ha ido reduciendo poco a poco su importancia en el conjunto vallisoletano, aunque aún se puede dar fe de su genialidad. El Zaragoza puede hacerlo, por ejemplo. En la temporada 99-00, Caminero se sacó de la chistera una función de teatro completa en Zorrilla y no sólo provocó el penalti del empate final (1-1) sino que ayudó al árbitro a expulsar a Acuña para alejar al equipo aragonés de un título que acabaría perdiendo. La temporada siguiente, también en el estadio pucelano, marcó un gran gol que abrió el triunfo a los locales (2-0).

Su presencia en el Valladolid ha sido en las dos últimas temporadas más testimonial y en la presente acumula 17 partidos y 1.144 minutos. Vázquez lo tiene como alternativa a Jesús en la medular y ha pensado en él como líbero de una defensa con tres centrales que aún no se atreve a utilizar. Demasiado poco como para seguir un año más.