Estadio Rose Bowl, en Los Ángeles, 17 de julio del 1994. Brasil, que llevaba 24 años de sequía en el Mundial, se juega, por primera vez, un título en los penaltis. Termina la prórroga 0-0. Dunga, que no era ni mucho menos un especialista desde los once metros, se acerca a Carlos Alberto Parreira y, delante de todo el grupo, dice: «Profesor, yo voy a tirar uno». Chutó el cuarto, lo marcó y ayudó a conquistar el Tetra. Aún hoy, este es, para los brasileños, uno los episodios que ejemplifica lo que representa ser capitán de la seleçao.

Brasil encantó con Pelé y Garrincha, pero el brazalete era para Bellini, que se inventó el gesto de alzar el trofeo en una conmemoración en Suecia-58 y repitió en Chile-62; en México-70 estaban Tostao, Rivelino, Gerson, Jairzinho y Pelé ya convertido en O Rei, pero quien levantó la copa Jules Rimet, que después sería robada de la sede de la extinta CBD en Río, fue Carlos Alberto Torres; Romário y después Ronaldo, tuvieron a Dunga como lugarteniente; Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho encantaron en Corea y Japón 2002 con Cafú haciendo de capitán…

Ahora en Rusia 2018, Neymar es la estrella y tiene a su lado a Coutinho, pero el brazalete no tiene dueño. Como si fuera un carrera de relevos, va pasando de mano en mano, en un sistema inventado por el seleccionador Tite para sacarle la presión a Neymar, que los más clásicos interpretan como una blasfemia. «Esta rotación evidencia que la seleçao puede tener grandísimos futbolistas, pero no cuenta con un líder», dispara el exmadridista Emerson, mundialista en el 98 desde el canal Fox Sports Brasil.

El mito del llorón / En el 1-1 contra Suiza, el capitán fue Marcelo, y hoy en el ya decisivo choque ante Costa Rica en San Petersburgo (14.00 horas), lo será Thiago Silva, que ha pasado a la historia de la canarinha por personificar, en el 2014, la antítesis de los valores de un capitán en Brasil.

En los octavos de final, la Chile de Sampaoli forzó los penaltis en el Mineirao, donde días después Alemania infringiría el 1-7. La Roja tuvo el partido en el último minuto de la prórroga con un trallazo al larguero de Pinilla, que después se tatuó en la espalda. «Venía de fallar dos de los últimos tres lanzamientos y Felipao me preguntó ‘¿puedes chutar el sexto? Yo le dije que no, pedí para ser el último incluso por detrás de Julio César (era el portero). No tenía confianza», contó aquel día. Paralizado, Paulinho fue quien arengó al grupo. Thiago se apartó, se sentó encima de un balón donde vio toda la dramática tanda que Brasil ganó, después tuvo que ser consolado por todos. Nacía el mito del Thiago Silva llorón.

Por lo demás, Tite confirmó que Brasil saldrá hoy con su cuarteto ofensivo (Willian, Coutinho, Neymar y Gabriel Jesus) para derrocar el muro costarricense en torno a Keylor Navas.