Tom Dumoulin fue un rayo sobre el peligroso asfalto de Jerusalén. Chris Froome fue como una vela a la que es imposible prenderle fuego. Ni siquiera se encendió en una contrarreloj inicial de casi 10 kilómetros en la que el británico fue la gran decepción. Si bien es cierto que se cayó entrenando por la mañana y sufrió golpes en la cadera, el costado derecho y el brazo, este decepcionante papel del líder del Sky plantea si ha llegado bien al Giro, que arrancó en tierras de Israel, tras no resolver la polémica de su positivo por salbutamol. Dumoulin, vencedor el año pasado, se vistió de rosa y ya tiene a sus principales rivales a más de 30 segundos.