Jesús Losa era un médico que nunca se separaba de los corredores del Euskaltel. Su presencia, hasta esta semana, era imprescindible en cualquier carrera importante a la que acudía la formación vasca. Estuvo, por ejemplo, compartiendo mesa con los técnicos y los auxiliares durante el reciente Dauphiné Libéré. Hasta aseguraban en su equipo que contaba con el permiso para que pudiera tratar en su consulta privada de Valladolid a otros ciclistas rivales y alguno de los más importantes atletas del equipo olímpico español. En el Euskaltel, su mánager, Miguel Madariaga, tenía un problema. Y ya ha quedado resuelto.

No se sabe lo que ha dicho o lo que ha podido contar al juez el escocés David Millar, imputado el jueves por tráfico de productos dopantes. El británico era uno de los pacientes ilustres de Losa. Había trascendido que el médico castellano fue el que decidió quedarse en casa para que su presencia en el Tour no enturbiara al conjunto vasco, con el que tenía contrato laboral hasta el 2006. Pero, ayer, mientras Madariaga paseaba por las calles de Lieja, junto al autocar donde sus corredores calentaban las horas previas al prólogo, daba la sensación de haberse quitado un peso de encima. "Le he comunicado que su contrato queda suspendido cautelarmente. Tenía relación con nosotros hasta el 2006. Pero no seguirá".

Madariaga lo había pasado muy mal desde que llegó a Bélgica. En su equipo comentan que casi no había podido pegar ojo. Tras prohibir a Losa que se desplazase con el equipo, llegó a Lieja y cuál fue su sorpresa cuando los médicos de la UCI (Unión Ciclista Internacional) le comunicaron que los parámetros sanguíneos de Gorka González eran sospechosos, por lo que no podía tomar la salida. ¿Culpa del médico? En Euskaltel no lo saben, aunque Losa ha eludido cualquier responsabilidad sobre la disfusión sanguínea de González. "Losa nos ha asegurado que jamás ha recetado productos prohibidos a Millar, al que sólo le fijaba los entrenamientos y le recetaba recuperantes y vitaminas".

La visita de Ibarretxe

Pero, Mayo, a las primeras de cambio se quedó con un ayudante menos y, encima, desde algún sector ya se le empezaba a cuestionar. "Hemos actuado rápido --añadió Madariaga-- porque no queremos que haya ningún tipo de duda sobre Mayo y Zubeldia. Por eso hemos tomado la decisión".

Madariaga ha tenido que repartir sonrisas y poner buena cara en un momento muy delicado. El viernes llegó el lendakari Juan José Ibarretxe y, claro, el ambiente estaba algo enrarecido. El mismo día, un poco más tarde, se unió a la comitiva oficial Juan Antonio Ardanza, presidente de Euskaltel, y el hombre que había precedido a Ibarretxe como lendakari. Por eso, Madariaga actuó con rapidez. Muchas miradas le observaban.