No es cierto lo que se ha escrito de que comparten incluso habitación en la mansión que se compraron tras ganar Roland Garros en el 2003. Pero sí lo es que Bob y Mike Bryan, los dos hermanos que disputan el partido de dobles en la Copa Davis, cubren casi a la perfección las ideas sobre gemelos: completan frases del otro, son casi idénticos y tienen un vínculo especial. Lo que sería curioso en un reportaje sociológico lo es menos al hablar del tenis: sobre la pista, los Bryan --primeros hermanos en alcanzar el número uno-- han creado también una relación especial y, ante todo, exitosa. A los 26 años, ellos se divierten el doble.

Quizá la clave de esa compenetración sobre la pista radique en lo que sus padres, Wayne y Kathy, hicieron desde que Mike y Bob eran adolescentes. "Les asustaba que uno pudiera hacerse mucho mejor que otro, así que cuando nos encontrábamos en una final no nos dejaban jugar", explicaba Mike en Houston, donde antes de alzarse por segundo año consecutivo con la Copa Masters los gemelos dieron una entrevista a este diario. Otra clave en ese crecimiento fue la filosofía con la que les preparó su padre. "Siempre intentó que el tenis fuera divertido. Si nos hubiera presionado mucho quizá nos hubiéramos alejado del tenis. Pero nunca hubo grandes enfados tras las derrotas y seguimos amando el tenis", dice Bob.

La música

No es lo único que aman estos dos californianos que pasaron por la Universidad de Stanford --donde se hicieron amigos de Chelsea Clinton-- y que tienen apariencia, sólo apariencia, de all american boys . Sus padres no les dejaban ver la televisión y a cambio les ofrecían jam sessions en el salón. Ahora hablan con tanta pasión del tenis como de la música y hasta hacen sus pinitos con su propia banda: Bob en el teclado, Mike en la batería y la guitarra y, a veces, su amigo Andy Roddick rapeando. "La música deja que tu mente se aleje del tenis", dice Mike. Y Bob apostilla: "Además en la música no se pierde".

Sin miedo a perder

Tampoco es que perder sea su peor temor. "Como a todo el mundo, no nos gusta y somos bastantes duros, pero nos recuperamos pronto. Intentamos no pensarlo mucho y mantenernos positivos", dicen.

También permiten entender un poco mejor las ventajas e inconvenientes de compartir sangre además de equipo. "Las cosas buenas son mejores pero las malas son también peores --explica Mike--. Si Bob pierde un punto y me enfado... intento dejar que no se me escape. Si te enfadas empiezas a jugar peor y se pierde".

Su calma explica muchas cosas. Si hace unos años tenían que presionar para entrar en el equipo de la Davis, ahora son uno de sus principales activos y a Sevilla llegan como el punto más probable para EEUU. De su boca sólo salen buenas palabras para Robredo y Nadal. Y algo de temor. "El público español quizá sea el más difícil ante el que hemos jugado. Los australianos dicen que es lo peor que han vivido", dice un hermano. Y el otro añade: "Estoy contento de no entender español".