Los hermanos Gurría jugaban a fútbol en el mismo club y en el mismo equipo, a pesar de sus diferentes edades. No obstante, un problema físico obligó a uno de ellos, Ezequiel, a dejarlo temporalmente.

"Me lesioné la rodilla y yo necesito hacer deporte, así que para no estar parado, me metí en el gimnasio a hacer boxeo", explica Ezequiel. Se lo comentó a su hermano Jesús, y este decidió que tenía que acompañarlo. Fue un acto de solidaridad o quizá de amor fraternal. Fue, seguro, una forma de que los hermanos Gurría pudieran seguir haciendo deporte juntos, como había ocurrido hasta entonces. Aparecieron por el gimnasio Ocho onzas de Javier Labandera, de donde ya no han salido.

"Pensábamos volver al fútbol cuando se recuperara, pero nos enganchamos", admite Jesús. "Nos gustó la descarga de adrenalina, porque somos chicos muy nerviosos", añade Ezequiel. En efecto, ya no volvieron a ponerse botas de tacos; solo vendas y guantes. Con unas y otros, han conseguido convertirse en dos de los boxeadores con mayor progresión del boxeo aragonés. Jesús ha realizado 10 peleas en la categoría amateur, con solo dos derrotas, mientras que Ezequiel lleva 20 combates y ha perdido cuatro. "Llevan muy buena trayectoria. Yo creo que conseguirán medalla en el Campeonato de España", dice Labandera.

"Y las derrotas que he tenido han sido contra boxeadores que ahora son profesionales. Yo quiero firmar contrato de profesional dentro de poco", dice el mayor de los Gurría. Jesús prefiere esperar: "Tengo solo 19 años, de momento tranquilo". Sería, pues, la primera vez que sus carreras deportivas se separaran. "Venimos a guantear juntos, corremos juntos, todo juntos", dice Ezequiel. "Y si hay algún problema, lo resolvemos en el ring", bromean. ¿Y eso de pegar a tu hermano? "No te pegas, solo te ayudas. Un combate es otra cosa", dicen.