Portugal vivió el miércoles por la noche la primera fiesta grande de la Eurocopa. El equipo de Scolari ganó a Rusia pero, en realidad, aún no ha ganado nada. La espontánea celebración que se vivió por las calles, con miles de aficionados cantando "purtugal, purtugal" y decenas de coches recorriendo las calles haciendo sonar las bocinas era, más o menos, el mismo tipo de festejo que hace cualquier hinchada de cualquier equipo que elude el descenso y conserva la categoría.

Porque eso es, en realidad lo que obtuvo Portugal al batir a Rusia: cuatro días de vida, de alegría y esperanza. Cuatro días sin críticas ni crispación. Hasta el domingo, cuando se enfrente a España y afronte un duelo, el segundo, a cara o cruz. Gilberto Madail, el presidente de la federación lusa no asistió al encuentro del miércoles. Era tanto lo que se jugaba la selección --y seguramente el país y la organización-- que los médicos le aconsejaron que se quedara en casa. "La presión se mantiene, porque debemos ganar a España", recordó Luis Figo, como si el extremo recomendara al dirigente que no acudiera al José Alvalade el domingo.

Expectativas frustradas

La reflexión de Simao era clara: "Todos creíamos que las dos selecciones jugaríamos el tercer partido para decidir quién era el primero y quién era el segundo, y si ahora disputamos un encuentro decisivo, en el que uno de los dos se queda fuera, es por culpa nuestra, porque ambos equipos hemos fallado antes". El once local se vio condenado a esa tesitura al perder frente a Grecia y los de Sáez dejaron escapar la clasificación al empatar frente al mismo rival.

Los dos vecinos han llegado al mismo punto por caminos distintos. Y, en consecuencia, encaran el duelo de forma diferente. Las dudas planean sobre España. Portugal, en cambio, ha recobrado el optimismo, después de la revolución que hizo Scolari al introducir cuatro novedades en la alineación. "Voy a analizar los vídeos de España. Si tengo que hacer más cambios, los haré, porque tengo a los 23 jugadores en perfectas condiciones", avisó el seleccionado de Portugal.

Situación incómoda

A sus hombres no les satisface tener que dilucidar un puesto en los cuartos de final frente a España. "Es una pena que una de las dos se quede en el camino", afirmó el exazulgrana Simao. "Sinceramente, no me gusta esta situación", comentó Deco a un grupo de periodistas españoles, aludiendo al hecho de que Portugal está obligada a vencer, mientras que a España le sirve el empate. Pero, también, eso es un mal menor. "Si no ganas un partido, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a pegar un tiro? Tienes que salir a jugar y ya está", añadió el mediapunta del Oporto, desdramatizando la situación. "No hay equipos imbatibles", subrayó su compañero Costinha, ayer en Alcochete, la sede de la concentración lusa.

Las calles volvían a recuperar la tranquilidad y la selección empezaba a preparar el partido contra España. Empezaban también los mensajes cruzados de un lado a otro sobre si los árbitros favorecen al anfitrión, y los rumores de fichajes o traspasos que afectan a medio equipo. Sobre todo a los del Oporto en plena fase de desmantelamiento. Carvalho, Costinha, Maniche, más el ruso Alenichev, tienen ofertas. Deco no tuvo inconveniente en decir que está a punto de fichar por el Chelsea. Ni siquiera eso rompió el primer día de felicidad de Portugal.