Zaragoza amaneció ayer gris, lluviosa, triste. La oscura mañana no fue suficiente para empañar el rayo de sol que iluminó el campo de El Carmen del barrio de La Almozara. Varios aficionados arlequinados aprovecharon la ocasión para hacer una escapada de sus trabajos y acercarse al estadio situado a orillas del Ebro. No había partido. Tocaba algo diferente. Una fiesta que recordó a la expectación que genera el sorteo del Gordo de Navidad cada 22 de diciembre. Decenas de ojos estuvieron centrados en la pantalla de 40 pulgadas del rincón de la sala a la espera de que el primer premio cayese aquí.

Poco a poco, los jugadores fueron entrando en el bar del campo y ocupando los asientos. La emoción comenzaba a calentar el ambiente. Risas, selfies y vídeos para celebrar que una de esas 32 bolitas llevaba inscrito el nombre del club zaragozano. El optimismo de jugar contra uno de los grandes crecía a medida que se reproducían las mejores jugadas en este arranque del Barcelona, el Real Madrid y el Atlético. Ese pensamiento de «vamos a pisar uno de esos campos» comenzó a ser cada vez más real en los jugadores y los aficionados que se acercaron al campo.

Un atronador aplauso inundó el pequeño bar de El Carmen cuando conectaron con la sede de la RFEF, seguido de un pequeño susto al perder la señal segundos antes de que el actual director de relaciones institucionales del Real Madrid, Emilio Butragueño, sacase la bola que marcó el inicio del sorteo. Al recuperarla, un sonoro abucheo recibió al primer emparejamiento: Cultural Leonesa contra Barcelona.

«Tranquilos, quedan aún los otros dos», gritó uno de los presentes. Esa fue la esperanza a la que se agarraron los arlequinados para seguir atentos a la pantalla. La mano inocente de uno de los presentadores del evento, Saúl Ramos, sacó la siguiente bola: «Club Deportivo Ebro». Sonó alto y claro por los altavoces de la televisión, seguido de unos segundos de aplausos y, a continuación, el silencio más estricto jamás escuchado entre esas cuatro paredes. Esos segundos perecieron minutos. Una espera en la que todos los deseos de jugadores y aficionados se podían resumir en dos palabras: Real Madrid. Finalmente, esa expectación no logró el anhelado final. El destino, representado en las manos de Butragueño, quiso que el Valencia fuese el rival del cuadro arlequinado en los dieciseisavos de la Copa del Rey. Las caras de los jugadores reflejaron que, a pesar de ser un histórico de Primera, el Gordo pasó de largo por el Ebro.

Los zaragozanos jugarán la ida el martes 30 de octubre a las 19.30 horas en La Romareda, y habrá que esperar hasta el 5 de diciembre, en principio, para que se dispute el choque de vuelta en Mestalla.

El presidente del club, Jesús Navarro, restó hierro al asunto y se centró en la grandeza del evento: «En poco tiempo vamos a jugar en dos estadios de lujo, en La Romareda y en Mestalla. Hay que disfrutar de ello», explicó. Por su parte, el técnico, Manolo González, recalcó que lo «importante» que era «llegar hasta aquí después de haber superado tres eliminatorias. Es evidente que todo el mundo quería Madrid o Barça pero es un rival importantísimo. Campeón de Liga, de Copa de la UEFA... Nos lo vamos a tomar muy en serio para competir y hacerlo lo mejor posible», dijo.

El capitán, Ubay Luzardo, fue una de las imágenes del sorteo. Su reacción nada más conocer el rival reflejó que no era el deseado. «Nuestra ilusión era que nos tocara el Barça, el Madrid o el Atlético. Todo lo que se jugar contra un Primera es un escaparate y esperemos que sea productivo para el club y los jugadores», concluyó el central canario.