Con la despedida de Roberto Iglesias, el alma de la Quebrantahuesos, queda un vacío enorme. Esta semana el jacetano se despidió de sus funciones después de 32 años en la punta de lanza de la gran cicloturista aragonesa. «He estado siempre viviendo por la Quebrantahuesos y para la Quebrantahuesos. Es mi vida. La dejo en lo más alto y será difícil de mejorar. Hay que dejar a los jóvenes que se expresen y que vuelen. Lo dejo a los 69 años, un número que puede dar envidia. Soy muy joven y dedicaré más tiempo a la familia, a caminar, al senderismo...», reconoce ahora Iglesias.

Su imagen abierta y simpática, con su inconfundible bigote y su incontinencia verbal, ya no lo podrá disfrutar el pelotón de 12.000 ciclistas cada inicio de verano. El organizador de la prueba pasa el testigo a otro emblema del ciclismo aragonés: Fernando Escartín. «El presidente de la Peña Ciclista Edelweiss es el que toma el poder. El tensino es más callado, más somardón y yo hablo más. No puedo estar permanentemente aportando ideas. Posiblemente se notará mi ausencia, pero esto tiene que seguir», reconoce.

Iglesias deja la carrera cuando la pandemia ha suspendido este año la trigésima edición. El altoaragonés cree que lo importante es «intentar no endiosarse, no creerse nada, no morirse de éxito y ser humildes». Pero Iglesias da un golpe de timón a su discurso. «La Quebrantahuesos es la mejor cicloturista del mundo y nos lo tenemos que creer. Hay otras como la Maratona de los Dolomitas o la etapa del Tour. Pero en la Quebrantahuesos los ciclistas de 40 países reciben una atención que no es igual en otras pruebas», reconoce este entusiasta.

En estos 32 años ha tenido cantidad de colaboradores y amigos para llevar a buen puerto esta gran manifestación deportiva. Pero no duda con quién se queda. Su hija María. «Fue la jefa de prensa y le echaba mucha fuerza. Pero hace cuatro años falleció por un cáncer. Era el optimismo personificado y cuando le quedaban quince días de vida era feliz y seguía motivando a los voluntarios. Pero la vida es así», explica.

El propio Iglesias se sorprendió de la decisión personal que hizo oficial esta semana. «Fue una sorpresa para mí mismo. No era una decisión deseada, dejas que pase el tiempo, pero tiene que llegar. Lo pensé durante el confinamiento. Después de tanto tiempo en casa pensando reflexioné que había llegado el momento. Era mi último trabajo para la Quebrantahuesos y un ejercicio de responsabilidad», dice.

Un grave accidente

Su grave accidente hace año y medio practicando senderismo en el Pitarque fue una circunstancia más que se añadió a su retirada. «Me caí y me sacaron dos helicópteros. Me rompí la columna y una vértebra explotó. Estuve a un tris de quedarme paralítico. Pero me operé y quedó perfecto». Al menos ve con su optimismo proverbial el incidente. «Antes había almorzado pan con longaniza, conservas y alubias y me quedaron secuelas porque estuve en el hospital tres días en ayunas», reconoce irónico.

Iglesias ve la parte positiva de la existencia y sigue llevando una vida como la de otro cualquiera. «Hago de casi todo. Voy al cine, río, como y salgo a caminar todos los días 14 o 15 kilómetros. Pero hago senderismo por llano, porque no puedo subir al Aneto y mucho menos bajar. La caída sería muy problemática y la lesión iría a más en el futuro», indica.

Nacido en Jaca, siempre vivió en Sabiñánigo. Ahora reside en Zaragoza. Iglesias recuerda el nacimiento de la Quebrantahuesos. «Era jefecillo en Eléctricas Reunidas de Zaragoza. Mi afición es la bici y un grupo de la Peña Recreativa Edelweiss subíamos al Balneario de Panticosa. Nos juntábamos hasta dos centenares. Una furgoneta nos subía agua, bocatas, fruta... Entonces nos dimos cuenta que en Europa había otras pruebas interesantes y nos metimos en un embolado enorme». Había nacido la Quebrantahuesos. El presidente del club era Javier Navasa e Iglesias, el secretario. «Pero hubo gente que aporto muchísimo como Luis Alberto García Landa, Ignacio Coronas, José Antonio Ferrer..». Recuerda la primera edición. «El éxito fue enorme y corrieron 350 ciclistas», explica.

El mejor momento de estos 30 años no lo duda este ‘loco’ de la bici. «Es cuando se termina cada edición con la cena con los voluntarios. Descansamos si no ha habido accidentes entre los 12.000 ciclistas». La Quebrantahuesos la hacen especial los «1.000 voluntarios. Son nuestra seña de identidad y son los mejor valorados», dice.

Las figuras

La prueba ha invitado a ciclistas de élite. Ellos son la guinda. «Al final no pudimos traer a Bernard Hinault o Eddy Merckx. Pero lo fundamental son los participantes y el 90% ni ve a las estrellas. Y a los participantes hay que cuidarlos». Los Pirineos han unido por medio del Somport, el Marie Blanque y el Portalet a aficionados de todo el mundo. «Los Pirineos no son una barrera que nos separa, sino que nos une. Eso hemos intentado vender a franceses y españoles» recalca. Junto a la seguridad, el punto más importante ha sido el cuidado de la naturaleza. «Lo fundamental es el respeto al medio ambiente. Al día siguiente de la cicloturista 50 voluntarios de Os Andarines d’Aragon limpian el recorrido y lo dejan mejor que cuando comenzó la carrera. Así quedan los Pirineos más limpios», concluye Roberto Iglesias.