Toda historia consta de introducción, nudo y desenlace. Para que sea redonda el hilo argumental debe ser coherente y enganchar de principio a fin. La que escribió ayer el CAI Zaragoza fue extraña. La puesta en escena no pudo ser mejor con un primer cuarto casi inmaculado en ataque y en defensa, pero cuando el público estaba convencido de que iba a presenciar una comedia familiar, la narración dio un giro inesperado, se tornó drama con el Reggio Emilia dominando el juego y recortando poco a poco la diferencia para volver a cambiar de manera radical y desembocar en un desenlace feliz, con la grada sonriendo de nuevo. Al final habían ganado los buenos, que era de lo que se trataba. Victoria del CAI Zaragoza (93-79), segunda del grupo, todo en orden.

Que el CAI es capaz de lo mejor y de lo peor no es algo nuevo. Va en su ADN, está asumido. Ayer volvieron a verse las dos caras del equipo, incluso de forma alterna. El primer cuarto fue excelente. Como el pasado domingo, la consigna era salir a morder, máxima concentración desde el primer segundo de juego, incomodar al rival. El CAI consiguió todo eso y más en diez minutos increíbles, para frotarse los ojos. Era cierto, el equipo de Joaquín Ruiz Lorente solo erró dos de los nueve lanzamientos de campo que intentó y anotó también los diez tiros libres que lanzó, mientras que el Reggio Emilia tiraba una y otra vez sin éxito. Un 30-6 demoledor.

Pero los partidos siguen hasta el minuto 40 aunque parezcan acabados y tras un inicio de porcentajes tan extraños, la tendencia solo podía ser hacia la normalización. Efectivamente, el CAI ya no estuvo tan acertado en ataque y el Reggio Emilia comenzó a ver el aro rival con mayor facilidad. A los italianos no les quedaba otra que apretar los dientes y no tenían más opción que mejorar. El peligro para el CAI era el exceso de relajación y lo más probable era que su rendimiento bajara. El problema para el CAI es que ambas curvas, la propia descendente y la ascendente del rival, estuvieron a punto de cruzarse.

El Reggio Emilia resurgió desde el triple, el CAI bajó los brazos en defensa y se descentró en ataque. Los 26 puntos de máxima diferencia (32-6) acabaron convertidos en dos (66-64, minuto 36) en 20 minutos en los que, poco a poco, el equipo aragonés fue dejando de hacer todo lo que había hecho bien y perdiendo el control del partido. Como en toda película de acción que se precie, cuando parecía que iba a ser el fin del protagonista éste sacó fuerzas de flaqueza y se quitó al enemigo de encima de un plumazo. El CAI volvió a ponerse manos a la obra, a defender con intensidad, a llevarse los rebotes. Y a anotar con fluidez. Robinson apareció en los momentos decisivos, Jelovac no paro de sumar, Llompart prácticamente lo cerró con su único triple. Cuatro minutos de nuevo brillantes fueron suficientes para acabar bien la historia, para que el CAI diera otro paso adelante y se mantenga en buena dirección hacia la clasificación en la Eurocup.