Antes de que El Guerrouj monopolizara la pasión, la fiesta se paró y echó un vistazo hacia atrás. Zaragoza, Aragón entero rindió un merecido homenaje a su pasado más glorioso. Los diez atletas olímpicos nacidos en la comunidad volvieron a pisar el podio de los campeones para ser honrados por la afición que se presentó en el CAD. Con este momento emotivo y lleno de simbolismo, el Gobierno de Aragón, organizador del evento, quiso dar al mitin un toque de admiración. Estuvieron los diez, todos los que son menos uno, Dionisio Carreras, el pionero, el zaragozano que inició la saga en 1924 en París, y que falleció en 1949. El resto estaban allí representados. Alfonso Carlos Andrés (Roma 1960), Luis Garriga (Tokio 1964 y México 1968), Carmen Valero (Montreal 1976), Alberto Solanas (Moscú 1980), José Casabona (Moscú 1980), Javier Moracho (Moscú 1980, Los Angeles 1984 y Seúl 1988), Esther Lahoz (Seúl 1988 y Barcelona 1992), Javier Benet (Barcelona 1992 y Atlanta 1996), Alvaro Burrell (Barcelona 1992) y Eliseo Martín (Sydney 2000).

El reloj apuntaba a las 20.30 cuando salieron a la pista. "Ahora me toca calentar", decía Eliseo. "Para un rato y vamos", le respondían sus compañeros de Juegos. Llegaron al podio y se alinearon, en perfecta sintonía, de más a menos veterano, en una alineación galáctica . Desde la megafonía se fueron anunciando sus nombres. Garriga... ovación. Moracho... ovación... Eliseo... ovación. Los aplausos resquebrajaron el cielo y en especial, cuando Eliseo Martín, la esperanza para Atenas, saludó a la grada. Las autoridades les entregaron una plato y un jarrón de cerámica de Muel que constataba la celebración. Pero el mejor recuerdo, el único irrompible, fue el que llegó desde el calor de una afición entregada ante sus campeones.

RECUERDOS El momento fue de gran emoción. "Me he emocionado. Lo mejor ha sido poder estar todos juntos. A algunos los conocía, a otros no. Que te reconozcan el trabajo hecho en casa es algo muy especial", reconocía Esther Lahoz. "Que te hagan un homenaje en tu tierra es algo muy emocionante. Yo he nacido aquí y me siento aragonesa aunque tuviera que marcharme a Cataluña", decía Carmen Valero, la primera atleta española que concurrió a unos Juegos Olímpicos. "Guardo un recuerdo agridulce. Llegaba en muy buena forma para el 1.500 de Montreal, hasta los entrenadores de mis adversarios me dijeron que tenía opciones de podio, pero a 150 metros de la meta Kraus me empujó y perdí mi sueño", rememoraba Valero.

Sólo Javier Benet, residente en Colombia, no pudo asistir. Su hermano Fernando recogió el premio. Alvaro Burrell, el que fuera compañero de Benet en el decatlón de Barcelona, exteriorizaba su sentimiento. "Es un orgullo que la gente te recuerde. Había mucha gente en la grada. Ahora sólo espero que esto sea la punta del iceberg, que se apoye más al deporte aragonés en general y no sólo en citas importantes o porque venga El Guerrouj", declaró un reivindicativo Burrell. Javier Moracho, el aragonés más olímpico, confiaba en que la mecha encendida ayer se extienda en el tiempo. "He estado con Aouita hablando de cuando vino a correr a la pista universitaria. Se ha recuperado ese ambiente y estoy seguro que se repetirá", comentó el exvallista.