Si la vida es una tómbola, el fútbol es una montaña rusa. Este deporte, casi siempre inexplicable por la carga de pasión que implica, tiene la facilidad para generar héroes y villanos con la rapidez que esa atracción de feria sube y baja. Lo vivió Juanele el domingo, cuando saltó al césped a calentar en medio de una ovación --los aplausos vencieron por goleada a los pitos-- que se tornó de gala cuando entró al campo en lugar de Villa. ¿Por qué la grada lo indultó? Así es el fútbol, se podría responder.

No quedan tan lejanos en el tiempo los pitos que se tuvo que escuchar Juanele el año del descenso, por no hablar de los cánticos, algunos referentes a su vida privada. No hace ni dos años de eso y desde entonces no ha habido razones para pensar en una justificación lógica a ese indulto. El club no ha podido desprenderse del jugador y éste, que empezó contando para Flores en Segunda, acabó relegado a un ostracismo por el enfrentamiento con el técnico. Ha estado apartado y sólo Víctor le rescató del olvido, con un plan especial que avanzó un paso más con los minutos ante el Villarreal. Desde la razón, pues, no se entiende lo sucedido.

Diferentes motivos

Pero sí hay otros motivos que explican la mano que La Romareda le tendió el domingo, aunque todos residan en los sentimientos, como por cierto muchos de los argumentos de ese deporte. Por encima de su carácter díscolo y de su inestabilidad emocional, Juanele siempre evocará al aficionado el gusto por el buen fútbol y eso pesa más que todos los incidentes. Una mayoría de esos sucesos ha llegado fruto del enfrentamiento con un entrenador con el que no comulgaba un sector, más o menos importante, de La Romareda, por lo que esa parte de la afición ha colocado al futbolista en una posición de mártir equiparable a la que tuvo Jamelli con Rojo.

Además, si un equipo va mal parece que los mejores son siempre los que no están. Pasó con Jamelli en su día, también con Yordi, aunque a menor nivel, en el curso actual y ahora con Juanele. Por último, el ambiente festivo, de goleada ante el Villarreal, también ayudó mucho a ese recibimiento caluroso.

"Lo del domingo fue una gran recompensa para mí. La reacción de la afición fue inolvidable", afirma el Pichón que volvió a encontrarse con el fútbol y al que la grada le recibió con brazos abiertos. Queda por ver si es sólo una anécdota o si aprovecha esa ola a la que le ha subido Víctor para recuperar el arte de un futbolista que ya no volverá a ser el que fue, pero al que le sobra calidad para aportar cosas importantes en el año de su adiós al Zaragoza, ya que acaba contrato en junio. De él depende.