Hace unos días lo explicó muy clarito Marc Márquez, heptacampeón del mundo de motociclismo. «No hace mucho leí la biografía de Andre Agassi porque cuenta cosas que yo mismo he presenciado en vivo, cuando los padres tienen más ganas de que corra su hijo que el niño. Y muchas veces he pensado en el enfado del padre cuando su hijo no ha ganado. En esos instantes, siempre he creído que si el niño no lo hizo bien es porque, para él y no para su padre, la moto es un juguete más».

Jorge Martín era, desde niño, por la pasión que su padre Ángel tiene con todo lo que hace referencia a las motos, no tanto a las carreras, que también, uno de esos peques que, enseguida, se entusiasmó por lo que le hacía ilusión a su padre. «Yo recuerdo», explica Susana Almoguera, la esposa de Ángel, «que, cuando lo conocí y fui a su casa, tenía las habitaciones llenas de revistas de motos. Y recuerdo que cuando Jorge empezó a correr, bueno, a jugar, con las minimotos, le preguntaba continuamente ‘pero, Ángel, ¿este niño es bueno?’, yo se lo preguntaba por si debíamos seguir sacrificándonos y Ángel siempre me decía ‘Susana, es bueno, es muy bueno’. Y, sí, seguimos».

Ángel y Susana iban a los circuitos españoles persiguiendo a Álex Crivillé y a Jorge Martínez Aspar, que, curiosamente, sería decisivo en la carrera de sus hijos. Y llevaban siempre una bandera española con el toro de Osborne. «La trajimos a Malasia». «Esa bandera es de los tiempos de los macarrones con tomate y la neverita azul, la típica, con la que íbamos a todos los circuitos, kartings o parkings donde corríamos. Los tiempos en los que toda la familia se sacrificaba por mí», recuerda Martín.

Relata que hubo momentos de gran desesperación en casa. «Somos una familia modesta y cuando, de repente, te piden 200.000 euros para poder correr, ves que te vas a tener que ir a casa sin poder cumplir tu sueño, que no es ser campeón sino poder competir, correr en moto», insiste el nuevo campeón de Moto3.

Jorge explica que su madre, Susana, no pensaba volar a Malasia «pero le llamé el martes y le dije ‘venga, mamá, anímate, ven que si gano, después de todo lo que hemos pasado, quiero que estemos todos juntos’. Y vino, eso sí, dejando al peque, a mi hermano Javier, de 10 años, en Valencia, con el resto de la familia». Susana, a escondidas de Ángel, no tuvo recato en reconocer, en un rincón de la sala de prensa de Sepang, que «cuando Jorge corría la Red Bull Cup nos quedamos, de golpe, sin trabajo Ángel y yo, y no tuvimos más remedio que pedir ayuda a familiares y amigos».