Los enemigos de Nibali refuerzan cada día más su posición debido a su estrategia de patio de colegio. Mientras Valverde se diluye y sufre por mantener su segunda plaza, los franceses se han enfrascado en un pique monumental por quedarse con las migajas que va echando el italiano. No hay más cera que la que arde, y en ese sacrosanto territorio alpino Nibali se ha adueñado del grueso cirio pascual mientras los demás alumbran un camino de resignación con velas y palmatoria incluída, pues no hay equipos con capacidad de reventar la carrera. La de ayer era una etapa para quitarse el sombrero, y sin embargo no se gestionó un solo ataque de nivel para mermar diferencias. Aún es más, los franceses, en esa pelea interna por ver quién hace pis más alto, Nibali los deja de rueda y llega intacto cada día a la cuesta final para lanzar el asfalto su chispa de velocidad y sumar algunos segundos. De no ser por el joven polaco Majka (24 años), ayer se habría consumado la cuarta victoria de etapa del transalpino. Es lo que hay. No es una carrera cerrada, porque hasta París todo es toro. Al menos tenemos la sana resignación de ver figuras emergentes como el joven polaco Majka que ha hecho una travesía de los Alpes a la altura de Aníbal con una victoria y un segundo puesto.