Era la peor semana de Luis Aragonés y acabó siendo la mejor semana de Albert Luque. España pasó del negro al blanco en un instante de luz y claridad que aportó el delantero deportivista, que cerró siete días apoteósicos, inolvidables. Marcó el domingo en el Bernabéu dando la primera victoria del Deportivo en Madrid en 50 años y marcó anoche el primer gol ante Bélgica, seis minutos después de ingresar en el campo.

Luque fue el amuleto de la suerte al que se agarró Aragonés para poder sumar el primer triunfo en la fase clasificatoria. El delantero es un plato de segunda mesa. No figuraba en la convocatoria inicial --se incorporó de urgencia para sustituir al lesionado Vicente-- y anoche lo mantuvo en el banquillo hasta que el técnico llegó a la conclusión de que la pareja Torres-Raúl no funcionaba ni a tiros. El joven delantero rojiblanco desperdició dos claras ocasiones.

Luque, tras ocho convocatorias, anotó su primer tanto como internacional. Le enseñó el camino de la red a alguien que también necesita un poco luz en los últimos tiempos. Un veterano que le aventajaba en 39 goles. "Siempre ha sido mi ídolo, da gusto jugar a su lado", decía admirado Luque de Raúl, que alcanzó la cuarentena ayer, en 79 partidos, justo el día en que se cumplían ocho años exactos desde su debut con la selección en Praga. El mejor recuerdo que guarda con el combinado español, después de tanto tiempo transcurrido, después de dos Mundiales y dos Eurocopas, sigue siendo el día de su estreno.

Primera victoria

Aragonés también se ha estrenado. Ya tiene una victoria oficial. Negra pintaba la semana, que comenzó con su alusión racista a Henry para motivar a Reyes, continuó con una desafortunada comparación entre el fútbol español y rumano, y amenazaba con cerrarse peor ante Bélgica, que compareció en Santander de luto riguroso.

Hace tiempo que el país centroeuropeo anda sumido en la oscuridad. Ofuscados, y sin un estilo propio y definido, en Santander llamaron la atención por los malos modos. Bélgica acabó con nueve. Deflandre se marchó del campo con una desaforada protesta al árbitro y se peleó con el cuarto árbitro en el túnel de vestuarios. Goor, el capitán, escupió a Xavi y también vio a la roja. Otra patada al juego limpio.