Llega Alemania fiel a su cita a la puerta de la Copa, como cada cuatro años. Pero no termina de ganar el título. Desde Italia-90 no ha besado esa Copa. En el camino ha vivido una revolución contracultural iniciada por Klinsmann y continuada por Löw. En los cuatro últimos Mundiales, cuatro semifinales consecutivas y cero títulos. Pero Alemania ha transformado su fútbol rocoso, árido y, en determinados momentos, hasta arisco por un juego más suave, elegante.

Con Löw, incluso hasta en la derrota, ha persistido en la defensa de ese modelo. Dura ya casi ocho años. Y ni perder la semifinal del Mundial de Sudáfrica hace cuatro años con España (aquel inolvidable cabezazo de Puyol) le ha hecho retroceder un milímetro en sus ideas. ñ Es cierto que Guardiola tiene una cierta influencia en nuestra selección. Aquí hay muchos jugadores del Bayern y no cambian su sistema al ciento por cientoO, confesó Lotthar Matthaeus, excapitán de la selección alemana, campeón del mundo en Italia-90. El último que tuvo la Copa en sus manos.