Era el gran favorito, concentró todas las miradas del repleto Estadio Olímpico de Londres y no defraudó.Mo Farah se exhibió con una demostración impresionante, sometiendo a todo el continente africano en una carrera histórica con siete hombres por debajo de los 27 minutos. Farah excitó a la grada pidiendo apoyo en todo momento, basculando de arriba abajo y jugándosela cuando se puso delante en las dos últimas vueltas para controlar, ya que dos tropiezos estuvieron a punto de dejarle fuera. Pero su tremendo final (2.29 minutos el último mil) y su rush final insuperable le llevaron a iniciar con éxito su tercer doblete 5.000-10.000 en tres Mundiales consecutivos, al ganar con una marca de 26.49.53, la mejor del mundo del año y la segunda personal suya, y también la segunda más rápida en un Mundial, tras los 26.46.57 de Bekele en Berlín 2009.

El británico de origen somalí es una pesadilla para etíopes y kenianos en las distancias largas en pista, en las que Farah, de 34 años, no ha perdido una carrera desde el Mundial de Daegu 2011. Eso incluye cuatro títulos olímpicos (doblete 5.000-10.000 en Londres 2012 y Río 2016). Su demoledor final, como corresponde a un atleta de 3.28 minutos en el 1.500, le ha hecho imbatible.

El enésimo triunfo del británico estuvo acompañado de cierta polémica en torno a la relación del atleta con su entrenador, Alberto Salazar, sujeto a una investigación por parte de la Agencia Antidopaje de EEUU para aclarar el uso de testosterona por parte del técnico estadounidense de origen cubano. Salazar no ha viajado a Londres.

VELOZ BOLT

Usain Bolt hizo anoche en Londres lo que tenía que hacer: ganar su eliminatoria de los 100 metros con facilidad (10.07 segundos) para poder disputar la semifinal y final de hoy (22.45 horas) y, de paso, calentar a la parroquia de Sir Mo Farah, que corrió una hora después, para que la fiesta fuera completa.

Solo Bolt es capaz de transformar un trámite de 100 metros, apenas 10 segundos, en un gran espectáculo, en otra reggae-night seguramente inolvidable para los 70.000 espectadores que lo gozaron anoche a través de la piel. Había mucha expectación por ver en acción al Relámpago tras una temporada aciaga y sin resultados notables. El pasado mes de abril, después de una noche de fiesta en Jamaica, uno de sus mejores amigos, el saltador de altura británico Germaine Manson, fallecía tras accidentarse en moto. El suceso casi apaga al astro jamaicano. Lo mantuvo parado durante más de tres semanas.

La expectación por ver el rendimiento de Bolt era ayer máxima por las dudas, razonables, sobre su estado de forma. Ha llegado a Londres con unos raquíticos -para él- 9.95 segundos, conseguidos en la Diamond League de Mónaco el pasado mes de julio. ¿Eso es todo?

Para Bolt seguramente es más que suficiente su precario estado de forma para volver a hacer el arquero al final de los 100 metros, para ganar solo con imponer su presencia. La impresión que dio anoche es la de siempre: seguridad y control para clasificarse sin esfuerzo. Salió el último, como siempre, y llegó el primero, para no variar.

En la final de hoy tendrá seguramente al mismo rival al que ha ganado siempre, Justin Gatlin, anoche abucheado de nuevo pero aguantando el tipo con 35 años y dos sanciones por dopaje ya cumplidas. Y a otro estadounidense, este en franca progresión, Christian Coleman, autor de una marca extraordinaria (9.82 segundos) para su edad, 21 años.