Los más optimistas podían presagiar una noche cómoda, para acudir al Príncipe Felipe y, simplemente, disfrutar de una nueva y clara victoria del líder. Unas 10.000 personas se dieron cita para ver al CAI en Zaragoza casi un mes después del último encuentro como local, el pasado 19 de diciembre, y comprobar en primera persona los efectos de ese ciclón que arrasa con todo en la LEB. Pero el Lobos no estaba dispuesto a ser una víctima más del CAI y no dejó a los zaragozanos mandar en el marcador hasta los 17 minutos de partido.

La afición entendió esa nueva perspectiva e hizo todo lo posible por animar a los suyos y presionar al rival. Antes de empezar, aplausos para todos y algunos silbidos para Lester Earl, recriminándole su retraso de diez días las pasadas Navidades. Pero el norteamericano salió de inicio, jugó bien y muy motivado, y no tardó en arrancar los aplausos de la grada. Aunque su buena actuación no evitó que el CAI fuera en desventaja durante los primeros minutos, se ganó el perdón del respetable y recuperó su confianza.

Esas dificultades, lejos de desanimar a la afición, la encendieron aún más, y el público aplaudió a los suyos hasta cuando fallaban. Los árbitros se llevaron parte del ímpetu de la grada en algunas decisiones polémicas, algo que Monsalve, técnico del Lobos, intentaba explicar a Machado: "Preocúpate sólo de jugar y deja a los árbitros. Así no vas a poder jugar en un pabellón así, con esta afición".

Tiempo para disfrutar

Después de esos minutos de sufrimiento, de emoción por tener que pelear ante un duro rival, llegó el momento de ponerse en pie, de aplaudir, de disfrutar con la novena victoria consecutiva del CAI. La chispa de Lescano y la presencia enorme de Otis levantaron el partido y al público, que dejó la mejor ovación para el americano cuando Julbe le sentó a poco del final para darle minutos a San Miguel y Ereña.

La tranquilidad del triunfo, y de la extraordinaria racha que acumula el equipo rojillo, permitían, además, pensar en el futuro más inmediato, que no es otro que la Copa del Príncipe. Durante todo el encuentro, el zepelín dirigible que sobrevuela el Príncipe Felipe recordaba a todos los aficionados que las entradas para el torneo ya están a la venta desde ayer. En su primera tarde, 122 abonados acudieron a la taquilla a retirar las suyas. Pero habrá más, muchos más. El partido de anoche también sirvió para que los aficionados hicieran planes: "¿Cuándo vas a venir a por las entradas?", se preguntaban entre amigos. Nadie quiere dejar de disfrutar ni un segundo de este CAI.