En Naval, en el corazón de la media montaña del Prepirineo oscense, Eliseo Martín ha encontrado su paraíso. Es en este pueblo de 300 habitantes situado a 630 metros de altitud, a medio camino de Barbastro y Ainsa, donde el atleta de Adidas acumula kilómetros en el comienzo de la campaña pensando en su gran compromiso de los Juegos de Atenas, donde quiere llegar al cénit de su carrera deportiva.

El montisonense sube y baja en soledad, rodeado por montañas que rondan los 1.000 metros. "Habitualmente solo me acompaña mi perra Tinina, que aguanta ritmo altos". Martín corre con frecuencia por la carretera abandonada que parte de El Grado y llega al Puerto del Pino y por las pistas forestales de este rincón perdido de la provincia de Huesca donde los dias son cortos, el frío intenso y la despoblación, irremisible. El altoaragonés encontró este lugar único, rico en agricultura y conocido por su alfarería y sus salinas, cuando se cruzó en su vida Mari Carmen Cabrero, su novia, hace ya tres años.

En Naval Eliseo tiene su refugio. La casa de los Cabrero, que tiene cuatro plantas, es de las más grandes del pueblo. El oscense se desplaza hasta el pueblo del Somontano de Barbastro los fines de semana y convive con Angel y Justa, los octogenarios abuelos de Mari Carmen, Angel, su padre, y Miguel Angel, uno de los hermanos de la novia del montisonense.

"En Naval desconecto de Monzón y eso es importante. Así no llego agobiado a la parte final de la campaña, que es donde tengo que dar el do de pecho", afirma el medallista en los 3.000 obstáculos en París.

Trotes largos

En Naval Martín complementa el trabajo de Monzón. En la villa mediocinqueña realiza las sesiones específicas y de gimnasio, mientras que acumula kilómetraje (hasta 160 kilómetros semanales a principios de diciembre) con trotes que no rebasan la hora en la media montaña de Naval.

"Los fines de semana que no compito, vengo a Naval. Subo el viernes al mediodía y me entreno por la tarde". El sábado y domingo lleva a cabo "sesiones de fuerza (cuestas o rodajes en terreno mixto)". El lunes regresa a Monzón.

Los rodajes en Naval no tienen nada que ver con los de Monzón. "Me dejan más castigado debido a la dureza del sube y baja y a la altura. Voy a 3.40 el kilómetro y en Monzón corro a 3.15".

Martín tiene un circuito de 10 kilómetros que hace por la mañana y que lleva a la urbanización de Suelbes. "Es una pista que tiene falsos llanos en los que se puede ir por debajo de tres minutos el mil".

Eliseo también rueda por carretera. De Naval a El Grado hace ocho kilómetros de bajada y ocho de subida en una hora. "Bajo a 3.25 el kilómetro y subo a 3.45". Los domingos suele hacer 14 kilómetros, de los cuales los últimos 5 últimos son en subida hasta el puerto del Pino. "El desnivel en este tramo es de 250 metros. Subo a un ritmo de 4.10 el kilómetro y llevo el pulso muy alto, hasta 172 pulsaciones". En el collado le espera Mari Carmen con el coche para volver.

A Eliseo, que está saliendo de una faringitis, le cuida como a un rey la familia Cabrero. La comida es sana y sus habitantes son autosuficientes. "Tienen al alcance de la mano una gran calidad de alimentos. Crían a sus propios animales, tienen sus huertos y sus gallinas. Es la alimentación que más conviene al deportista".

Para Martín, que hoy corre en Amorebieta y el martes el Cross de Reyes, la comida que más le gusta son "las verduras y las hortalizas. Al consumirlas con rapidez, tienen más vitaminas". También "hay dos carnicerías en el pueblo con corderos que pastan por la zona", afirma el oscense.