Demasiado castigado. Carlos Pauner está viviendo una de sus expediciones más despiadadas, "muy exigente psicológicamente" según sus propias palabras. Después de 60 días de impotente espera en el campo base a que la nieve cesara, llegó el fruto a tanto esfuerzo y el montañero aragonés conquistó su quinto ochomil . Pero en el descenso uno de sus compañeros de cordada falleció --el ilicitano José Antón-- y otro --el navarro Javier Huarte--, que había quedado rezagado por el camino, mantuvo en vilo al resto del grupo. Afortunadamente, a mediodía de ayer aparecía en el campo base junto al montañero portugués Joao García. En medio de tanta incertidumbre, Pauner debía meditar su asalto a la cumbre del Gasherbrum-II (8.035 metros). Una de sus premisas, el regreso del compañero, se había cumplido. La segunda, el pronóstico de buen tiempo, dejaba en el aire la decisión de Pauner. "He estudiado el parte meteorológico, pero no anuncia nada bueno porque espera bastante nieve. No sé qué hacer. Es un tiempo muy inseguro. Aguardaré hasta la previsión de la noche y decidiré. Si no lo veo claro, no iré", anunciaba tajante el alpinista jacetano.

La inestabilidad del tiempo en alta montaña puede esconder un resquicio de esperanza para las intenciones iniciales de Pauner. "Haría un ataque rápido: subir al campo III de tirón en un día, dormir allí y, al día siguiente, llegar a la cima y bajar al campamento base. Ya no me queda mucho margen porque el día 2 tenemos que marcharnos", explicaba más tranquilo que en jornadas anteriores. Su garganta ha respondido positivamente al remedio casero del té con sal y los cuidados culinarios del cocinero Ghulam, a base de pasta, bacalao, arroz, carne y vegetales, han surtido el efecto esperado. "Mis fuerzas no están al cien por cien, pero espero que sean suficientes si intento la segunda cima".

La jornada de ayer fue bastante ajetreada para el himalayista aragonés y sus compañeros Raquel Pérez y Willy Barbier. Los tres estuvieron pendientes de la evolución de Huarte durante el dramático descenso, que estuvo a punto de teñirse otra vez de negro. "Joao hizo cima y al regresar tuvo que rescatar a Javier cuando ya se quedaba para morir en la nieve. Lo alimentó, lo ha bajado por el corredor y lo ha acompañado hasta el campo base. Gracias a él sigue vivo. Si no, estaríamos soportando otra desgracia sobre nuestros hombros", reconocía compungido Pauner. "Pensábamos que la situación no era tan grave. Las comunicaciones por radio eran muy malas y Joao no quería contarnos los detalles para no alarmarnos. Pero después hemos sabido que se lo encontró abandonado en la nieve, delirando. Vamos de disgusto en disgusto. No sé qué será lo próximo que nos suceda...", se preguntaba un Pauner atónito ante la dureza de una expedición en la que está exprimiendo hasta su última gota de vida. .