De pronto, llegó la ACB. Entre semana, a última hora de la tarde, con un partido que ni frío ni calor. Y al Tecnyconta Zaragoza le pilló a contrapié, como desubicado, en un encuentro en el que perdió el paso desde el principio, del que no tuvo el control casi nunca y que probablemente hubiera perdido contra un equipo más hecho. La bravura de Carlos Alocén, los puntos de McCalebb y el oficio de Fran Vázquez evitaron in extremis el primer disgusto de la temporada para un Tecnyconta con más problemas de los esperados que, al contrario que hasta ahora, dejó más dudas que certezas.

Al final, muy al final, salió el carácter y la rasmia, también los jugadores adecuados. McCalebb se redimió en los últimos minutos de una primera parte desastrosa haciendo los puntos necesarios para que el Gipuzkoa no se escapara. Carlos Alocén puso el valor en la pista para apretar y recuperar balones decisivos. Radovic se dejó el alma yendo al rebote y poniendo un tapón decisivo a Nevels a falta de dos posesiones. Fran Vázquez fue el faro, la referencia a la que agarrarse con acciones decisivas en ambas zonas. Así arregló el Tecnyconta en el último minuto el desaguisado de los 39 anteriores. A 60 segundos del final, el Delteco ganaba por 72-73. Una canasta de McCalebb, el tapón de Radovic y el consiguiente mate de Okoye acabaron incluso levantando a la grada para celebrar el primer triunfo.

No hay discusión posible sobre que lo mejor del partido fue la victoria para el Tecnyconta. El resto deja mucho que analizar y que mejorar para el futuro. El equipo entró frío al partido y protagonizó una primera parte muy floja, des escasa calidad y con poco que degustar. Con McCalebb desaparecido en combate fue Fabio Santana quien tiró del equipo, pero el Tecnyconta tuvo muchos problemas para generar puntos, sin amenaza exterior y sin una referencia clara por dentro. Jugando a trompicones, con los errores propios de dos equipos aún en construcción, el Gipuzkoa se mantuvo en el partido hasta el descanso (35-34).

SIN MEJORÍA / El paso por los vestuarios no mejoró al Tecnyconta, al contrario. El equipo siguió frío, sin las ideas claras, con muchas rotaciones que no mejoraron el rendimiento del grupo. Con un mayor acierto de tres, el Gipuzkoa tomó el mando del encuentro y, después, la defensa aragonesa fue haciendo aguas hasta encontrarse con un agujero de considerables dimensiones en la pintura. Doce puntos de ventaja llegaron a tener los donostiarras (47-59) y el partido en su mano con un triple completamente solo que Salvó erró en los últimos instantes.

El Tecnyconta no encontró la tecla adecuada, aunque Fisac las tocara todas. La presencia de Pradilla de inicio puede ser una buena manera de ir introduciendo al júnior zaragozano, pero los minutos decisivos han de ser para otros. Claro que el equipo necesita de que esos otros aporten algo más, si no su producción ofensiva va a resultar demasiado pobre. Al final al Tecnyconta lo sustentaron tres jugadores, uno de ellos apareciendo de manera efectiva solo los últimos seis minutos. Así que mucho camino por delante tiene el equipo aragonés si quiere ser un equipo verdaderamente competitivo y, sobre todo, enganchar a la afición. Porque las ganas, la intensidad, el empuje, son valores tan impresindibles como innegociables, pero hace falta algo más concreto en el juego para que un equipo acabe funcionando. Y ganando.