Otra medalla más para la colección, la quinta a nivel particular. Juan Caamaño acaba de llegar de Egipto, mismamente este lunes por la tarde, y con el bronce en la maleta, el primero que consigue en una cita mundialista. No salta a la pista, no mete goles ni los para, pero dentro del equipo que compone la selección española cada diente del engranaje es imprescindible y la labor del aragonés es esencial.

Hasta ahora, en los siete años que lleva como delegado del combinado nacional, había conseguido dos oros, una plata y un bronce, pero siempre en Europeos. Ahora suma una mundialista que para el aragonés casi sabe a oro: «Siempre se ha dicho que los mejores equipos están en Europa y que ganar una medalla en un Europeo tiene más valor por su dificultad, pero no hemos tenido suerte en los últimos mundiales y este bronce sabe prácticamente a oro. El equipo ha jugado de forma excepcional y volverte a casa con el bronce es muy bonito», explica.

Deportivamente vio que la selección iba de menos a más. Al principio pesó «la preparación que tuvimos, casi sin partidos». Por ejemplo, el choque ante Croacia fue suspendido por la borrasca Filomena y España se presentó ante Brasil en el debut con poco rodaje. «Se veía en los entrenamientos que el equipo tenía más y se demostró en la main round y contra Noruega. Fue de menos a más». Así hasta que Dinamarca se cruzó en el camino: «No conseguimos el oro o la plata por pequeños detalles, pero esto es deporte. En momentos puntuales también hay que tener algo de suerte y en semifinales no acompañó», subraya.

Pero más allá del tema estrictamente deportivo, ha sido un campeonato muy extraño para Caamaño, ya que ha estado condicionado totalmente por el covid. Lo que más ha notado el zaragozano es «el tema del protocolo», porque como recuerda «son muchos países, aeropuertos y se necesitan diferentes certificados y pruebas, por lo que el trabajo administrativo es mucho mayor». Además, también ha sentido esta nueva realidad en el día a día, porque por ejemplo en el hotel de El Cairo «el personal, en vez de ser externo, eran residentes, siempre teníamos los mismos camareros y el mismo conductor y pasamos PCR cada día», explica. Al menos, incide, «tenía espacios al aire libre», lo que ayuda a sobrellevarlo».

Un trocito de Aragón

Pero lo más importante es que, con el esfuerzo de todos, no ha habido ningún contratiempo en una cita de tal importancia: «Hemos salvado el Mundial sin contagios ni lesiones, así que el trabajo de equipo se ha hecho bien por parte de todos. Son muchos papeles los que se han tenido que hacer», recalca.

Y aunque la convivencia del equipo generalmente no se ve, sí que se intuye por sus actos, familiaridad y compañerismo, una auténtica piña, algo que confirma Camaño. «Es un grupo que son amigos, se van de vacaciones juntos, conviven juntos… Ese es el secreto de esa selección, entrenan al 100% y disfrutan del balonmano por encima de todo», afirma.

Para concluir, un clásico de Caamaño, una frase en la que siempre incide, que es que «este también es un éxito de Aragón». Y además, espera que los éxitos de los ‘Hispanos’ sirvan para meterle el gusanillo del balonmano a los más pequeños: «Me encantaría que estas medallas tuviesen una repercusión en la base, teniendo niños, actividades en los colegios, etcétera. Y también para ayudar a chicos y chicas que no tienen posibilidad de jugar a cualquier deporte y al crecimiento del balonmano base», concluye.