El golpe de Rafael Nadal suena bien en Wimbledon. Claro y compacto. Sólido y convincente, como en los mejores tiempos. La bola sale despedida de sus cuerdas rápida y potente o suave y colocada, donde y como quiere. Y eso le hace feliz. Y así se le notaba tras vencer ayer en octavos al portugués Joao Sousa por un claro 6-2, 6-2 y 6-2 para acceder por séptima vez a los cuartos de final del torneo.

En la hora y 48 minutos de concierto, Nadal solo se quejó de alguna nota. «En el primer saque he fallado», decía mirando las estadísticas a la conclusión del encuentro. «Solo un 53% de efectividad, cuando con Tsonga tuve un 73%». Quizá desafinó para su gusto aunque la realidad fue que Nadal solo perdió 13 puntos con su servicio. Esa autoexigencia parece excesiva, pero sabe que es necesaria en un torneo en el que cualquier despiste puede costar un susto. Desde el primer día se ha impuesto unos objetivos claros. «Ser competitivo, estar centrado y jugar agresivo». Y ayer los puso en evidencia ante Sousa, que solo pudo ganarle seis juegos. Como Nadal, los otros dos componentes del Big Three también pusieron buena música: Novak Djokovic ante el novato francés Ugo Humbert (6-3, 6-2, 6-3) y Roger Federer contra el italiano Matteo Berrettini (6-1, 6-2, 6-2).

Nadal está preparado para los grandes conciertos que se avecinan con sus amigos. «Tenía un cuadro difícil y complicado antes de empezar. Esa era la realidad. Me siento competitivo y preparado. Si va bien o no ya se verá», comentó.

Su próximo rival, Sam Querrey, será mañana una buena prueba, ya que estamos ante el clásico jugador de hierba. El estadounidense fue semifinalista en Wimbledon en el 2017. Es uno de los últimos bombarderos que quedan en acción. Ayer pasó a cuartos tras vencer a su compatriota Tennys Sandgren en un partido decidido desde el punto de servicio (25 y 13 aces) con un marcador final de 6-4, 6-7 (9), 7-6 (3) y 7-6 (5).

Igual de satisfecho se sentía Roberto Bautista, que estará también en los cuartos por primera vez al derrotar al francés Benoit Paire (6-3, 7-5, 6-2). La música de sus cuerdas fue distinta aunque igual de efectiva para controlar a un rival que «juega a arreones y muy rápido». El año pasado Bautista se perdió Wimbledon por una lesión. «Me supo fatal verlo por la tele, sentado en el sofá de casa». De momento este año podrá seguirlo en directo y como protagonista. Su rival en cuartos será el argentino Guido Pella, verdugo de Milos Raonic por 3-6, 4-6, 6-3, 7-6 (3) y 8-6.

VERDASCO Y CARLA CAEN

La decepción fue para Fernando Verdasco y Carla Suárez en el cuadro femenino. El madrileño perdió con el belga David Goffin (6-7 (9), 6-2, 6-4, 6-4) y la canaria, ante Serena Williams (6-2, 6-2). La española tenía confianza en dar guerra ante la siete veces campeona de Wimbledon, a la que nunca había podido arrebatar más de tres juegos en un set en los seis duelos anteriores. La esperanza se esfumó a raquetazos de mamá Serena. «No me deja estar tranquila, Nunca he sentido esa intimidación ante ninguna otra jugadora», admitía.

Junto a ella puso fin a su sueño la quinceañera estadounidense Coy Gauff, la sensación del torneo, eliminada por Simona Halep (6-3, 6-3), que dio una muestra de solidez. También cayó la australiana Asleigh Barty, número 1 y campeona de Roland Garros, doblegada por la estadounidense Alison Riske (3-6, 6-2, 6-3). Kvitova también fue eliminada por Konta.