Se hizo esperar, pero al fin llegó la segunda victoria del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva. Casualmente ambas han llegado en dos derbis, el primero ante el Balsas y ahora ante el Oliver. Han sido dos victorias claras, pero el resto de resultados no le han acompañado, y, de momento, ha sumado más puntos fuera que en casa.

El encuentro ante el Oliver, a pesar de un disparo peligroso de Imanol en el primer minuto, se encaminaba al tedio tristemente habitual de los partidos del Zaragoza este año en casa. A parte de ese disparo, en el primer tiempo sólo se vio una clara ocasión de Sebas para el Oliver que Murillo despejó, y el rechace que Esteras estuvo a punto de aprovechar. Luego un disparo de Romero para el Zaragoza, y nada más. Ni el Zaragoza ni el Oliver encontraban el ritmo adecuado para superar unas defensas más ordenadas que los ataques. Entonces llegó la jugada que marcó el partido. A falta de dos minutos para el descanso, Sebas, que poco antes había visto una tarjeta amarilla, se encontró solo en el segundo palo del Zaragoza, saltó, no llegó e, inocentemente, remató con la mano. Segunda tarjeta y a la calle, y no es la primera vez que le hace esto a sus compañeros. Además remató fuera. En la jugada siguiente el Zaragoza se adelantó en el marcador.

En el comienzo de la segunda parte el Oliver puso todas las ganas y la ilusión posible, hasta que Rubio sacó a relucir su clase, y con un buen zapatazo marcó el segundo para el Zaragoza. A partir de ahí, muchos huecos para los locales, que al contragolpe sentenciaron, primero con un buen tiro de Abadías y luego con una gran jugada de Imanol.