Lance Armstrong tiene una preocupación aparte del ciclismo, el cáncer. Ha llenado el Tour de pulseras que vende a un euro para combatirlo entre los niños franceses. También le sirve para ganarse la simpatía gala, que pudo empezar a perder ayer cuando Voeckler comenzó a ceder su liderato. Armstrong le dio la etapa a Ivan Basso, el líder del CSC, que quiere contentar a Italia y pelear por el podio. "No le he disputado la etapa porque su madre está enferma". Tiene cáncer. Hasta ayer sólo lo sabía el entorno del conjunto danés.

Un equipo perfecto

Otra vez, el US Postal funcionó perfectamente. "El equipo se ha hecho grande con los años", comentó. "De hacerme subir montañas, me ha convertido en escalador", añadió George Hincapie, que le ha acompañado en sus cinco victorias, inmenso en el Aspin. Allí también lo estuvo Benjamín Noval, el asturiano que ha llegado este año al US Postal de la mano de Rubiera. "¿Qué? ¿Hemos ganado? ¿Cuánto le hemos sacado a Ullrich?", preguntaba al llegar a La Mongie. No podía creer los 2.30 minutos que sumó el alemán. Pero su fallo es habitual. Ya los tuvo en el 2000 en Hautacam, en el 2001 en Alpe d´Huez, y el año pasado, en el mismo lugar. "Me ha sorprendido que perdiera tanto tiempo", apuntó Armstrong.

Hoy, la segunda ruta pirenaica, con llegada al Plateau de Beille, todavía será más dura. "Lance deberá intentar ganar", pidió Rubiera, ansioso por encontrar tranquilidad. Porque conoce a sus compatriotas, que tanto atosigan en la montaña. Cinco entraron ayer entre los 10 primeros (Mancebo, Sastre, Pereiro, Mayo y Santos González). Y hoy tampoco se quedarán quietos.