Dani Pedrosa, como siempre, no tiene prisa. Camina paso a paso, convencido de que todo caerá como fruta madura. Su superioridad es tan grande, corre y gana con tanta facilidad, se ve, se nota tan superior al resto de sus adversarios que ni siquiera le tiene miedo al hecho de que, dentro de siete días, deba afrontar la prueba definitiva, la carrera que le convertirá en flamante bicampeón del mundo, en el trazado que le condenó a vivir los peores 141 días de su vida, aquellos que siguieron a su lesión, el 17 de octubre del pasado año, en una desdichada curva del circuito de Phillip Island, en Australia.

Aquel día, en los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Australia, cinco días después de proclamarse campeón del mundo de 125cc en Sepang (Malaisia), Pedrosa rodó por los suelos con tan mala suerte que se estrelló contra un muro de neumáticos y acabó con los dos tobillos destrozados. "Aquello está olvidado, bueno, aún me queda alguna secuela en el tobillo izquierdo, pero soy feliz. He vuelto a correr, he vuelto a ganar y, seguro, volveré a ganar algún título", reconoció ayer Pedrosa al bajarse de lo más alto del podio.

Concentración en Melbourne

Pedrosa, que descansará en Melbourne hasta bajar al trazado de Phillip Island el próximo jueves, considera que "la próxima carrera no tiene nada que ver con aquellos entrenamientos en los que me caí. Además, el circuito ha tenido mejoras, modificaciones y tengo entendido que aquel muro está un montón de metros más atrás".

Pedrosa aseguró que el viernes, el sábado y el domingo saldrá "a ganar". "Yo no sé correr de otra manera", dijo ayer Dani. "Es la única manera de mantenerme concentrado. En la carrera de hoy por ayer, dada la ventaja que tenía, era fácil cometer un error, caerte, despistarte si no corría a tope", añadió.

Pedrosa, que ganará el título con sólo acabar entre los 14 primeros, no quiere sorpresas en Phillip Island. "Pero sé que será difícil que el accidente del año pasado no aparezca, de vez en cuando, en mi mente". Eso sí, el piloto sabadellense está convencido de que "en cuanto dé tres vueltas al circuito, todo habrá pasado".