La batalla por la clasificación para la Copa de la UEFA fue literal en el Sánchez Pizjuán, donde el Sevilla se ganó el derecho a volver a Europa nueve años después. Con todas las letras y con una violencia inusitada. Los jugadores del equipo andaluz y de Osasuna se enzarzaron en dos ocasiones, a la media hora y al final del partido, en riñas generalizadas. Peleas a puñetazos y patadas que desbordaron al árbitro, Losantos Omar, y a sus ayudantes. Fueron expulsados Alfredo, Bakayoko y Alfaro, pero merecieron la expulsión varios jugadores más de cada conjunto.

Un golpe de Morales a Esteban provocó un enfrentamiento verbal entre los dos entrenadores, que desencadenó finalmente una gresca monumental y agresiones entre los jugadores de ambos banquillos. Varios espectadores se sumaron a la gresca y la policía tuvo que intervenir para separarles. El árbitro lo solucionó con la expulsión de Alfredo, suplente de Osasuna.

"No quieren jugar. Sólo quieren pelea. Esto no es fútbol", decía Baptista en el descanso ante la energía con que se empleaban los osasunistas. Al final, el brasileño redondeó su excelente temporada con el gol que metía al Sevilla en Europa (m. 55), lo que desató la euforia en las gradas del estadio sevillista.

Sin embargo, antes de que la fiesta fuera completa, se produjo otra trifulca impresentable. Navarro y Bakayoko rodaron por el suelo sacudiéndose, el osasunista mordió en un dedo al sevillista y ardió Troya. Golpes a mansalva entre unos y otros, con Alfaro y Bakayoko. El directo de éste al central del Sevilla fue espeluznante.