El templo del fútbol se tornó en un templo de tristeza, silencioso, mustio. Abrió el Camp Nou no para un partido del Barça, sino para despedir a una parte del Barça. Para despedir todo lo que pudiera representar Francesc Vilanova i Bayo, Tito, el último técnico campeón. A un culé de la cabeza a los pies, un deportista ejemplar, una persona de intachable conducta.

Lágrima a lágrima, persona a persona, pétalo a pétalo, mensaje a mensaje, fue tejiéndose desde el Camp Nou una red de pena y reconocimiento que traspasó fronteras. La figura de Tito fue recordada en todos los confines donde se conoce el nombre del Barça. "Tito Vilanova, entrenador de fútbol que sucedió a Pep Guardiola en el Barcelona y ganó el campeonato de Liga en su única temporada en el cargo, murió el viernes de un cáncer de garganta. Tenía 45 años", escribía The New York Times en un obituario aséptico, más distante de otras informaciones que podían escucharse y leerse en países de mayor aire futbolero. Como Francia, donde no había nadie más próximo a Tito, emocionalmente, que Eric Abidal. "Tuvimos la enfermedad con un año de diferencia. Era un gran luchador. Se quedará en nuestros corazones y nuestras cabezas", dijo el exdefensa azulgrana, hoy en el Mónaco.

Pero el estadio ayer amaneció vacío, con un crespón negro, porque Tito se ha ido "muy rápido", verbalizó un lloroso Abidal a las cámaras de Canal + en Francia. Vacío y negro estaba a las 9 de la mañana, cuando el personal del club ultimaba los detalles del memorial: un plafón con la leyenda Tito Per Sempre Etern --Tito, por siempre eterno-- en la vidriera de la tribuna; el pasillo donde estaban diez libros que recogían las condolencias y una estancia final donde lucía una gigantesca foto de Tito entre dos centros de rosas rojas donde luego se añadió un cirio que atenuara el homenaje profano. El religioso se celebró en la intimidad en Bellecaire d'Empordà, la población natal de los Vilanova. Ni siquiera Bartomeu asistió en representación del club. El Barça ha decretado tres días de luto y el funeral se celebrará mañana en la catedral de Barcelona.

"Más allá de sus éxitos deportivos, era una buena persona y un gran profesional y este tipo de gente es la que deja huella", afirmó Artur Mas, presidente de la Generalitat, que no pudo ocultar cierta sorpresa por la extensión de "esta cola de gente" que vio en el estadio. Y así era. La cola traspasó las cintas de espera y el recuento se fue a 20.000 personas. Y se amontonaban los telegramas de instituciones españolas como la Casa Real o extranjeras, como la FIFA. El presidente del COE, Alejandro Blanco, acudió en persona. Como Joan Collet, que revivió el dolor del Espanyol. ñSabemos lo que es perder a un referenteO, dijo. Tito, como Jarque, será eterno.