Venía de cuatro partidos tan terribles --Barça B, Lugo, Tenerife y Castilla-- que la imagen solo aseada del Zaragoza a partir del minuto 30, porque el inicio fue también para olvidar por lo horroroso, deja un leve atisbo para la esperanza, una luz tibia y tenue, además de confirmar que a este equipo le van los escenarios grandes de Segunda. Fue capaz de ganar en El Molinón o Son Moix y se le escapó en el descuento el triunfo en Riazor y en el Colombino.

No fue parar tirar cohetes, claro. Y también el Recre dejó en evidencia que su parte más débil está atrás, pero el Zaragoza recompuso la figura y volvió a ser un equipo competitivo que a punto estuvo de ganar al bloque más en forma de Segunda, que llegaba a la cita con cuatro victorias seguidas y seis jornadas sin caer. Además, estuvo a un paso de aprobar una de sus muchas asignaturas pendientes. Hasta ahora no ha sido capaz de remontar para ganar cuando el primer gol lo marca el rival. Estuvo a solo un minuto de hacerlo, hasta que Abraham la lió después de que el Zaragoza se levantase tras mostrar un semblante pobrísimo de inicio. No es mucho, pero es algo.