Angel María Vilar aprovechó el vuelo de vuelta desde Lituania a Madrid para hacer campaña electoral. Ajeno a la pobre imagen que acababa de dar la selección española sobre el césped del estadio Zalgiris, el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) solicitó a los jugadores de la selección sub-21 y a los de la absoluta el voto para las elecciones del próximo 26 de noviembre, con suerte desigual.

Una vez más, Villar ha demostrado que sólo piensa en su propio beneficio. Su deseo de perpetuarse al frente de la RFEF parece no tener límites y está por encima de los resultados que consiga la selección española. El máximo dirigente federativo se pasó buena parte del vuelo de regreso a Madrid recabando el voto de los jugadores, según informó ayer la SER.

REUNION EN PLENO VUELO No le resultó demasiado difícil conseguir el apoyo de varios jugadores de la selección sub-21, que le dieron su firma en blanco. Más problemas tuvo con los jugadores de la selección absoluta. Ninguno de ellos es ajeno al escándalo que vive la RFEF, con varios dirigentes imputados por distintos delitos y con Villar a punto serlo si finalmente lo decide la Fiscalía. Después de una reunión en pleno vuelo, se decidió, por mayoría, no dar el voto a Villar.

Las reacciones al comportamiento del presidente de la RFEF no se han hecho esperar. Ayer, Gerardo González, exsecretario general de la federación y candidato a la presidencia calificó lo ocurrido como "gravísimo". "Es un muestra más de la desviación de poder que está sufriendo la federación. No reconozco la casa en la que he trabajado durante muchos años con este acto", añadió González. Precisamente hoy se eligirán a 160 de los 179 miembros de la asamblea con derecho a voto. El resto, 19 miembros, corresponden a los presidentes de las federaciones territoriales, que Villar tiene controladas.

VARIAS DENUNCIAS "Esto es una falta de seriedad por parte de los rectores del ente", manifestó el candidato a la presidencia de la RFEF. A poco más de un mes de la elecciones federativas, Villar intenta agarrarse al sillón a toda costa. Poco le importa que el Consejo Superior de Deportes (CSD) haya decidido que la subvención de RFEF siga congelada hasta que se celebren las elecciones. La razón que esgrimió Jaime Lissavetzky en el Congreso de los Diputados es la siguiente: "La entidad está inmersa en trámites judiciales, y hasta que no haya una resolución no habrá cambios".